
Matanzas fue testigo de una tradición hispana ancestral que remonta sus raíces a tiempos lejanos, la fiesta o verbena de San Juan. La mañana del sábado 21 de junio, un poco antes de su fecha habitual del 24, se encontraron los miembros del Casal Catalán Gener i Guiteras en la sede de Ediciones Vigía para hacer honor a esta festividad.
La música y el baile de la Compañía Nova Danza animaron esta reunión de amigos en la que también se procedió a la quema del muñeco, o ninot en catalán, un momento culminante de la festividad que al igual se celebra en países como Venezuela y Brasil.
“Fueron los españoles quienes, con sus costumbres, llevaron consigo esta celebración hasta tierras cubanas«, explica Lorelei Rebull, presidenta del Casal, promotora cultural y la verdadera “alma inquieta” detrás del rescate de la herencia catalana en la ciudad yumurina.
“En Matanzas, en la Noche de San Juan, del 23 al 24, era costumbre pasar a través del fuego para purificar las cosechas, se recogía el rocío de las plantas por considerar que tenía propiedades curativas y se armaban hogueras junto a los ríos. Dentro del muñeco se acumulaban ropas viejas u objetos que no usábamos, para simbolizar todo aquello que queríamos dejar atrás y dar la bienvenida a lo nuevo”.
También resultaba muy común que las abuelas recomendaran que el primer baño de playa no se hiciera hasta pasado el San Juan, ya fuera para evitar destinos fatales o porque se consideraba la fecha como la puerta de entrada oficial del verano.
“Nuestros ancestros trajeron con ellos leyendas de dragones y esa noche mágica bailaban alrededor del fuego, mezclando ritual, folclore y disfrute, en un encuentro animado por las danzas y cantos, argumenta la también escritora y narradora oral.
En un guiño a la historia y las raíces compartidas con Cataluña, el Casal Catalán Gener i Guiteras rescató esta ancestral práctica que estuvo ausente por muchos años en la ciudad. Un homenaje a los abuelos que llegaron de España cargados de ilusiones, sueños y costumbres que perduran en el corazón de los matanceros.
En pleno siglo XXI, Matanzas continúa enriqueciendo la Fiesta de San Juan con su propia esencia. El fuego se lleva las tristezas, convirtiendo lo inservible en cenizas y trayendo consigo renovación y alegría. (Foto: Jesús Martínez)
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