Un sol surcado por celuloide, quizás aún más avivado por el propio celuloide, desde abril de 2020 guía los esfuerzos de Giovanny Erbello Calderín. Este realizador audiovisual, director municipal de Cine en Cárdenas y miembro de la Uneac en la sección Cine, Radio y Televisión, también se desempeña como presidente del festival internacional audiovisual que identifica ese logo: Sol de Oro.
Esta iniciativa persigue fomentar la pasión por el Séptimo Arte, animado en especial, a la par que la formación de valores a través de este. Siempre en la forma pura y sencilla de materiales destinados a las nuevas generaciones, aportados, en gran medida, por los propios infantes y jóvenes. Así, estética y moral se dan la mano dentro de un sueño hecho realidad en la provincia de Matanzas.
Con su legítimo soñador conversó en fechas recientes periódico Girón, a propósito del evento que preside y los retos que le ha supuesto en su trayectoria artística y organizativa.
—¿Qué características han marcado los cinco años de existencia del Festival Sol de Oro?
—Si bien lo comenzamos a efectuar sobre la base de animados hechos por niños y para niños, poco a poco fuimos abriendo el diapasón. Incluimos adultos que trabajaran en esta clase de productos y, a petición de realizadores internacionales, ampliamos las categorías de competición. Ha habido mucha participación extranjera, principalmente de Argentina y Colombia entre los países que más trabajos nos envían.
“A lo largo de estos años hemos tenido motivos para sentirnos bastante orgullosos. Como, sin lugar a dudas, cuando el español Josep Arbiol, presidente de la Muestra Internacional de Cine Educativo (Mice), catalogó el evento como el mejor de carácter comunitario que Cuba posee desde el punto de vista audiovisual. Que diga eso alguien con tanta experiencia en festivales mundiales, y que hayamos obtenido premios dentro de la Mice y sido subsede de esta en el territorio cardenense, es sumamente gratificante.
“Sol de Oro, además, es único en su tipo a nivel de provincia y de país. El otro festival similar que existe en Cuba es La Espiral, dirigido por Ivette Ávila, pero sus características difieren de las nuestras. Nosotros adoptamos un carácter más bien comunitario y abierto, y no conozco que en la Isla haya otro certamen de animación semejante”.
—Dentro de la labor organizativa, en la práctica, ¿cómo es tu dinámica durante cada edición?
—A propósito de eso, se me olvidaba algo que tiene que ver con la propia concepción: es dirigido por un adolescente. Yo presido, pero siempre hay un elegido entre el grupo presente e intercambiamos las ideas que tenemos para desarrollar las actividades lo mejor posible, de acuerdo con el deseo de los participantes. Me dedico, aparte de los talleres de animación, a coordinar lo restante, fundamentalmente logístico, y a acompañar al director seleccionado en todos los procesos necesarios.
“La dinámica se plantea así, por la misma razón que el jurado se conforma con niños, adolescentes y jóvenes. No es lo que se llama comúnmente un jurado profesional, y es que las perspectivas, las visiones, no son las mismas nunca entre ellos y los adultos. Estos últimos tienden al tecnicismo cuando analizan una obra, y lo que quizá no comprendan al ver el dibujo o la acción de un pequeño, entre ese otro gremio tal vez sí sea captado y les llegue mucho más. Lo cual no significa que malogremos la fotografía, la edición, las bandas sonoras; para nada: solo que a los protagonistas les interesa más que nada la historia, el mensaje de lo que les están contando”.
—Imagino que diseñar y llevar a cabo un festival de cualquier tipo conlleva dificultades y desvelos. ¿Cuáles en particular has tenido que sortear en pos de cada Sol de Oro?
—En primer lugar, aunque quisiéramos desarrollarlo siempre allí, el cine local de Santa Marta no está terminado aún y eso nos frena. Nos frena mucho para lograr un espectáculo inaugural como el deseado y que todas las sesiones de trabajo confluyan en ese sitio. La instalación del clima está pendiente desde hace más de seis años. De modo que nos trasladamos habitualmente hacia la Casa de Cultura de Cárdenas, cuando no a la de Santa Marta.
“Hemos tenido la suerte de que el hospedaje nos lo garantice siempre el Campamento Internacional de Pioneros. La alimentación en estos últimos tiempos se ha visto afectada, pero con el apoyo de Educación y Cultura en el municipio cardenense se nos ha facilitado. De igual forma, numerosos trabajadores por cuenta propia nos han ayudado en ese sentido con constancia y dedicación. El transporte, en sentido general, nos ha golpeado más.
“El año pasado, en la cuarta edición, hubo un problema crítico con el combustible y aun así logramos contar con una guagua permanente. Creo que fue el único evento que no se cayó, casi te diría que incluso fuera de Matanzas. En 2024, pese a las dificultades que se mantienen, también pudimos cumplir con las actividades previstas. Los contratiempos pueden existir, pero lo que no debe dejar de existir es la voluntad de los decisores a la hora de apoyar, de tomar determinaciones, y su interés en facilitar el trabajo con los grupos etarios por los cuales Sol de Oro se desarrolla”.
—¿Consideras que es el culmen de tu carrera? ¿O aspiras a conquistar una meta todavía mayor?
(Giovanny alza la vista y, antes de responder, suspira tras una larga pausa)
—A decir verdad, quisiera lograr algo más grande. Pienso que el ser humano nunca está conforme con lo que hace. Por ejemplo, me gusta el glamour, pero no para mí: para el evento. Que quede con la calidad que merece, por respeto a quienes participan y concursan en él. No obstante, déjame decirte que en el primero que hicimos, aunque se fue hasta la luz, no faltó la alfombra roja. (Risas)
“Mira; en Argentina y Colombia, los países que te destacaba por su presencia en el festival, la materia de cine se da en las escuelas. Es una asignatura. Aquí, desde hace largo tiempo, en las reuniones de la Uneac o del Ministerio de Cultura a las que he asistido, algunos hemos luchado para que en Cuba se imparta cine curricularmente. Aunque sea desde el punto de vista de la apreciación, aunque sea en secundaria o en el pre, para que ya se salga de ahí con un gusto estético.
“Porque al final se trata de un arte, y los instructores de arte destacan en la danza, en el dibujo, en el canto y demás, pero no se imparte cine. Eso es algo por lo que también lucho”.
—Supongo que desde ya se están previendo detalles para la sexta edición del festival, ¿no es así?
—En efecto, la sexta edición viene para el mes de abril de 2025. Estamos trabajando con un tiempo de adelanto, teniendo en cuenta las dificultades propias de esta época que hay que prever. Ya tuvimos la experiencia, por dos años consecutivos, de realizar el festival vía online, y así y todo contó con buena aceptación. Por tanto, si las limitantes siguen aumentando, trataremos de usar esa opción. Es decir, no nos va a frenar nada para nuestro próximo Sol de Oro.
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