Explorando la belleza natural: el desnudo fotográfico de Izuky Pérez

El desnudo fotográfico de Izuky Pérez 

Mientras que para algunos el desnudo artístico resulta aún muy incómodo, para otros inicia como una de las expresiones del individuo más naturales y, sin embargo, sorprendentes. En principio, para todos, continúa siendo una provocación.

No es lo mismo la interacción con lo que solemos llamar realidad o «verdad» con respecto al contacto o experiencia estética proporcionados por la obra artística. José Ortega y Gasset se refirió al acierto de no confundir cada una de estas percepciones. Hay que saber delimitar no solo cuánto se aprecia, sino desde dónde se hace, para así intentar la comprensión —nunca del todo— de las producciones simbólicas del ser humano.

Sucede que el desnudo, antes de ser considerado artístico, se le muestra al individuo como estética. Estética que no tiene que ver siempre con la belleza. Amén de que lo bello como categoría ha sufrido variaciones según los cánones epocales y, teniendo en cuenta cómo hasta las funciones de la obra de arte se han ido modificando con el paso del tiempo, como la de la pérdida del sentido simbólico en favor del alegórico, el desnudo como revelación, de cómo nos vemos frente al espejo y, para los demás, es desde hace años un ser de la persona que prepara el saber sobre ella, cual forma o continente para el objeto artístico.

El desnudo fotográfico de Izuky Pérez 

Preparar no supone que lo presagia. Digamos que encauza el camino de la sensibilidad individual para lo significativo, lo que denota un cuerpo desnudo «realista» que pronto puede adquirir connotaciones en y por la obra de arte. Pero, desde la Modernidad hacia esta fecha, sucedió (continúa sucediéndo) que los coqueteos con los cuerpos desnudos en las imágenes representadas han venido a entusiasmar mucho más que esa estética del diario acontecer.

La pintura, la escultura, el cine y la fotografía han contribuido a que muchos quieran suplantar la invención del físico natural por ese otro con frecuencia hiperbólico, sexualizado y con pretensiones de eternidad. Las artes plásticas han pretendido concretar —a ratos lo logran— una idealización o, al menos, hacérnoslo creer.

Las geografías corporales del fotógrafo cubano Izuky Pérez Hernández (Banes, Holguín, 1982) suscriben lo anterior. (Con)secuencia de la representación de un cuerpo nacional, ¿su lente prolonga el llamado color cubano? Admitámoslo ya: a Pérez Hernández no le interesa por ahora lo grotesco y crepuscular. Su lente retribuye una mirada estilizada que tiene a bien insistir en un desnudo que permite contemplarse y ser contemplado, aun cuando a los modelos no se les pida mirar a la cámara.

El desnudo fotográfico de Izuky Pérez 

La eficacia del mejor registro corporal depende de un acuerdo entre artista y modelo, donde la técnica sea la mayor de las mediaciones. Existe de antemano un descubrirse sincero que confía en la seguridad del fotógrafo. Luego será el lente el verdadero cómplice, por encubridor, del desnudo.

Primero, es por esa razón por la que pudiéramos entender que un fotógrafo como Izuky vuelva sobre el desnudo, ubicándose de manera crítica entre Kenneth Clark y Susan Sontag, sin desconocer sus recepciones de la obra de Jan Saudek, Helmut Newton, Waclaw Wantuch, Ruslan Lobanov, Nobuyoshi Araki… y sus vecindades con las de sus coterráneos Julio Bello y Alexis Rodríguez.

No precisa Izuky ir a los detalles de los genitales, fragmentar y distorsionar pechos y nalgas de mujeres y hombres; ni siquiera se inclina por la desnudez frontal. Aleja la cámara para captar una atmósfera o hacer del propio desnudo la forma artística por excelencia. A veces trabaja los fondos o los busca y los cuerpos parecieran emular con el reajuste que hace del mundo la pintura. 

El desnudo fotográfico de Izuky Pérez 

Desnudos atléticos de bailarines y bailarinas que controlan sus poses, comparten actos, dominan técnica y arte; desnudos voluptuosos donde la ropa justa transparenta la piel; a veces en blanco y negro, porque resalta más algunas formas; las más, en color, para destacar una escena atemporal que transgrede nacionalismos; desnudos en que se capta la totalidad de la futura cópula o la que ya se ha realizado, Izuky siempre traba relaciones con lo erótico en una dignificación y personalización de cada uno de los retratados.

Desde el punto de vista erótico y sexual, siente mayor comodidad trabajar con mujeres. Pero piensa que, en un futuro inmediato, debiera aprovechar más la fuerza y belleza de imágenes masculinas, si los hombres estuvieran menos prejuiciados en Cuba, desde el punto de vista cultural. Me cuenta que le encantaría realizar, por ejemplo, una serie de desnudo masculino fitness.

«Con las mujeres, al menos aquí en Cuba, pasa algo tan diferente en relación con desnudarse y apoyar lo que estimo más oportuno para la fotografía. Pero si ellas me sugieren, por supuesto, las escucho atentamente. A mi modo de ver, es importante esta colaboración entre la persona que desviste más que su cuerpo y mi modo de registrar un gesto, una emoción…».

El desnudo fotográfico de Izuky Pérez 

Ojalá que a las firmas legitimadoras de María Eugenia Haya, Rafael Acosta de Arriba, Rufino del Valle, Nelson Herrera Ysla, Cristina Vives, Willy Castellanos Simons, Grethel Morell, Nahela Hechavarría Pouymiró, Magaly Espinosa, Ramón Cabrales, José Antonio Navarrete, Yenny Hernández Valdés, Ramón Cabrales Rosabal, Juan Antonio Molina, Adriana Herrera Téllez, Leybis Rosales Arzuaga, Maikel José Rodríguez Calviño… se le sumen otras, pero no para un simple equilibrar la balanza en el discurso crítico mujeres y hombres, sino para aportar con nuevos criterios y contemplar más artistas del lente que, como Izuky Pérez Hernández, comprometido con sus desnudos, explayan el panorama creativo de la nación. (Por: Daniel Céspedes Góngora, crítico de arte)


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