Bárbaro

En la zona del Tenis, cerca de la playa, vive una figura que ha dejado huella en la vida de muchos niños. Su nombre es Bárbaro, y aunque su rostro refleja algunas cuantas décadas, su cuerpo y espíritu permanecen tan jóvenes como el primer día que sostuvo una pelota.

Acude al campo de juego casi diariamente, a rastras trae un carricoche de hierro colmado de ilusiones, se dirige a la zona de entrenamiento. Las pelotas, las bases y las herramientas para el juego son su tesoro, y su misión es clara: formar a los Cometas, futuros peloteros de Matanzas.

bárbaro

El camino es una rutina sagrada, su silueta se recorta contra la luz de la tarde, un faro de constancia en la vida de la comunidad. A su paso, los vecinos que le avistan le saludan, conocedores del valor de su labor, otros detienen la marcha para entablar una conversación con él.

Los niños le esperan con ansias. Sus ojos brillan cuando ven llegar al profe, quien se convierte desde entonces en su amigo y confidente. No importa la edad ni la destreza, todos tienen un lugar en el pequeño diamante. Los más chicos, apenas capaces de sostener un bate, aprenden a lanzar y atrapar, con torpeza, pero sonrientes.

Para los niños con situaciones especiales, Bárbaro es como un padre; es un héroe silencioso. Con paciencia infinita, les muestra que el béisbol no solo se juega con músculo, sino también con alma. Los abraza cuando fallan, los anima cuando triunfan, les abrocha los cordones cuando se les desamarran, y les enseña que la vida es como el juego de nueve entradas.Al final del día, cuando el sol se oculta tras el paisaje y el campo queda en silencio, Bárbaro retorna a casa con su carricoche de hierro. Seguramente, piensa en los sueños que ha sembrado. Sabe que algunos de esos niños llegarán lejos en el béisbol, pero tiene la certeza de que todos llevarán consigo las lecciones que él les ha legado. Este maestro pelotero forma hombres y mujeres de bien. Y, mientras el viento mece la yerba del terreno, su risa se mezcla con los sueños que crecen en cada corazón infantil. (Por: Dyan Barceló)

Lea también:



Recomendado para usted

2 Comments

  1. Merecido reportaje para quien vive en tantos corazones Matanceros. Tuve el honor de que fuera mi profe en la Universidad y después el de mi hijo en el Beisbolito. Su mayor mérito no está en enseñar béisbol, sino en los valores que les transmite, algo tan necesario para las nuevas generaciones. Mis felicitaciones y agradecimiento eterno para este forjador de futuro.

  2. No puedo dar una opinión autorizada sobre su trabajo como entrenador lo que si veo la constancia y el amor q le pone todos los días a su labor.bueno es candidato a doctor en béisbol y fui alumno de el .ser humano,padre ejemplar doy fé

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *