Cuando se busca en la historia del Conjunto Dramático de Matanzas, se puede encontrar, además de un repertorio variado y la presencia de varios directores significativos, el nombre de Magaly Bernal, quien acaba de abandonarnos, pero seguirá en las imágenes de esa época, en su voz cargada de matices transformada en numerosos personajes del Grupo Dramático de Radio 26.
Premio Nacional de la Radio, ella es de esas figuras imprescindibles de la cultura matancera y se remonta a varios nacimientos, en el teatro, la radio y la televisión de la ciudad que tanto amó y a la que le fue fiel con su permanencia.
En los archivos de la época, y que se le deben en su gran mayoría a Pedro Alfonso, aparece Magaly en escenas de grupo, en segundos y primeros planos, difuminada entre la escenografía, en obras como Cartones, comedias y asuntos cortos, de René Marín, El burgués gentilhombre, de Moliere, o El Velorio de Pachencho, de Gustavo Robreño, en las décadas del 60 y 70, en que fueron directores Francisco Morín, los mexicanos Gilberto Aman y Blanca Peña, Jesús Gregorio, René Fernández, Bebo Ruiz, Adela Escartín, René Marín, entre otros.
Por ese entonces, actrices como Chavela Mesa, Virginia Torriente, Marta Vallin, Blanca Milián, Xiomara Fernández, Marta Méndez, Miriam Muñoz, entre otras, conformaron una etapa significativa del teatro matancero, con obras que se estrenaban en su mayoría en el Teatro Sauto, Casas de Cultura de la ciudad y de los municipios, y en espacios abiertos. Así lo recogen numerosas imágenes conservadas, y a cuya recuperación contribuyó mucho el actor, locutor y defensor del patrimonio, Tany Allende; quien donó diversos materiales, además de ofrecer entrevistas que aclaran mucho el acontecer anterior a los 60 y las dos primeras décadas. También son importantes los aportes a la memoria (fotos, testimonios) de la historiadora Gladys Rivero, quien fue actriz en la génesis de lo que después sería el citado colectivo.
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Magaly Bernal vivió este período de nacimiento y consolidación, que muchos recuerdan como hermosa e intensa. Cursó talleres impartidos por maestros cubanos y extranjeros en La Habana y en Matanzas, que sedimentaron su formación, de lo cual también hay imágenes. Viajó con el grupo a varios rincones de la provincia para ofrecer su arte; en las fotos que lo testimonian se le ve hermosa, con sus grandes ojos expresivos.
Esta es una época salvada por las imágenes y testimonios de quienes la vivieron, que hemos recogido en la Casa de la Memoria Escénica. No obstante, faltan los videos que permitan tener una idea de lo que fue ver en escena clásicos del teatro u obras que nunca más han vuelto a subir al escenario en el país, como La Divina Tragedia, de José Ramón Brene, o La Mandrágora, de Maquiavelo.
Magaly fue una actriz orgánica, dúctil y con una gran vis cómica, demostrado en las muchas ocasiones que nos hizo reír, en cualquier medio en que se desenvolvió.
Del teatro se fue a la radio como tantos otros, y ahí trazó una carrera estelar en la que transitó por personajes históricos, clásicos de la literatura, programas para niños y humorísticos, que le valieron reconocimientos innumerables. Ya se sabe lo que significa la radio en la formación de una actriz. Magaly se adueñó de ella y llegó a todos.
Fue un ser querido, amable, tierno. Con su pérdida se fue una época de nuestra escena, su memoria iluminada de experiencias se esfuma en los vericuetos de la historia. Sin embargo, por mucho tiempo la escucharemos en las grabaciones que perduran. Ahora mismo la estoy viendo inmortalizada en una instantánea, ella me mira desde su personaje y desde lo más profundo de su espíritu.