
Los que saben querer también desfilaron y dieron vivas este Primero de Mayo a Fidel, Raúl, Díaz-Canel y a la Revolución Cubana, junto a sus Héroes y Mártires. Foto: Raúl Navarro.
Yenisey prácticamente no durmió. Deseaba que amaneciera temprano. Hizo valer sus siete años de edad porque en casa, debido a su constante preocupación por la hora y “cuándo será de día”, pasaron una soñolienta noche, como nunca había ocurrido con la pequeña como protagonista, debido a que “mami me dijo que había que ir temprano para el desfile del Primero de Mayo”.
Allí estaba, entre las decenas de miles de matanceros que en la cabecera provincial, la ciudad de Matanzas, mostraban sonrisas y mucho más: entusiasmo, alegría, fervor. Máxime ella que, junto a la bella gorra sobre la testa, portaba la bandera que jamás ha sido mercenaria, como la llamó y defendió el poeta matancero Bonifacio Byrne.
“Me la dio mi abuelo que está aquí, pero con otra gente, los de su trabajo. Él es… ¿cómo se llama lo que hace abuelo, papi?”, pregunta más de una vez, porque el progenitor conversaba con acompañantes de su bloque, el de Comunicaciones.
“Abuelito es también de los nuestros, pero, Yeni, él lo hace entre los de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Más atrás, en lo último, porque ellos cierran la marcha, entre otros compañeros”.
De linda carita, vestida con pulover rojo, pantalón negro y tenis blancos, la entusiasta y, al parecer, incansable Yeni; desfila al unísono con los demás, pese a su corta edad. En cada exclamación de los mayores su voz se confunde entre ellos, pero no deja de hacerlo, y alza los brazos con su bandera tricolor de brillante y solitaria estrella, que fulgura con los primeros rayos del astro rey, el que ya comienza a hacer estragos en gotas de sudor.
“Es incasable, pero nos gusta que sea así, también sociable y conversadora. Y si es con personas mayores mucho más”.
“Este es su comienzo en un Primero de Mayo, porque debido a la Covid-19 el año pasado no la trajimos para evitar riesgos, y en los dos anteriores tampoco al no haber actos debido a esta enfermedad, de tanto daño a la salud y a la vida”, manifestó Yarizza, la madre de nuestra protagonista principal.
“Desde que oyera a las tías y vecinos hablar del desfile ha sido una constante en ella el deseo de que la traigan a desfilar junto a nosotros y demás trabajadores. Hasta embullaba a sus amiguitas en la escuela, y a abuelas y abuelos. Observa usted, nos tiene sujetados como eslabones de una cadena. Así es, y nos alegra que siempre quiera sentirnos junto a ella”, aseveró Víctor Manuel, el padre.
Cuan gotas de agua en el océano de participantes, ellos tres no detienen sus pasos, porque la oleada humana emite exclamaciones alegóricas al Día Internacional del proletariado mundial, y de vivas a la Revolución Cubana, a Fidel, Raúl, Díaz-Canel y a la solidaridad internacionalista, no detienen sus pasos. A los pocos minutos pasan frente a la presidencia e invitados, incluidos Héroes del Trabajo de la República de Cuba.
Fue en ese preciso momento en que a mi lado escucho un vocecita infantil gritar: ¡Viva Fidel, viva!, por lo que atrajo la atención de los que marchaban a su lado. Era Yenis, la niña que este año debutó en un desfile por el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, y que la noche anterior a la histórica efemérides no dejó dormir a todos en casa, porque no amanecía para ir al grandioso desfile que aunó en bloques compactos a miles de trabajadores y familias de la capital yumurina.
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