Cuando los cangrejos invaden las carreteras 

Cuando los cangrejos invaden las carreteras

Cada año, con la llegada de las primeras lluvias primaverales la Ciénaga se engalana para mostrar espectáculos increíbles en sus bellos ecosistemas. Arrastrados como por un encantamiento, cientos de visitantes se detienen a contemplar con detenimiento una curiosa mancha roja que cubre por kilómetros la extensa carretera que conecta los poblados de Playa Larga y Playa Girón.Se trata de  las migraciones del “cangrejo rojo”-Gecarcinus ruricola-, una de las más llamativas de la fauna en todo el territorio y que constituye para muchos un regalo de la naturaleza cuando para otros ,como los conductores de vehículos, la fatalidad de una visita a la ponchera.

Este proceso que se extiende aproximadamente hasta el mes de julio, obedece a una estrategia vital en el mantenimiento de la especie: su reproducción.Aunque curiosamente miles no llegan a cumplir su objetivo al quedar aplastados en medio del camino, aún sorprende la gran cantidad de estos bellos animales año tras año.Entonces cabe preguntarse ¿cuál es el milagro por el que la especie se mantiene?

Como conocimiento heredado, ningún cenaguero se atrevería a comer una sola porción del animalito, pues todos afirman es tóxico, aunque ante la frecuente pregunta de qué provoca tal toxicidad pocos sospechan que se debe a la presencia de metales pesados como el tungsteno y mercurio.Solo unos escasos animales como las Auras Tiñosas y algún que otro Chichinguaco, una vez muertos osan degustar del crustáceo también llamado cangrejo fantasma en algunas regiones del Caribe.

Paralelamente y bajo el silencio de la complicidad otra especie no corre igual suerte:el llamado “cangrejo de tierra”- Cardisoma guanhumi– y con su explotación desmedida han surgido otros serios problemas asociados a las malas prácticas como la contaminación de cuerpos de agua, el hedor y la  proliferación de vectores en áreas donde la actividad de caza se ha intensificado cada vez más. No se trata de prohibir del todo la captura del delicioso animal.

Nuestros ancestros lo consumían y hoy quedan vestigios de sitios arqueológicos donde se evidencia constituían parte importante de su dieta. Entonces como elemento indispensable en nuestra cultura gastronómica sería un sacrilegio atentar contra su uso sostenible, eso sí , para ello hay que saber cuándo, cómo hacerlo y cuáles no se deben sacrificar y, en ese sentido las autoridades deben trabajar intensamente porque cuando la tasa de captura supere la de reposición natural de la especie, sencillamente desaparecerá como en otros sitios donde ya ha sido extirpado.

Su potencial desaparición en la Reserva de Biosfera afectaría en gran medida el equilibrio en los ecosistemas .Consecuentemente algunas especies se verían amenazadas a migrar o desaparecerían   como el Gavilán Batista , un ave endémica que su dieta fundamental la constituyen estos invertebrados y que miles de turistas anualmente nos visitan para observarlo, contribuyendo directamente al crecimiento económico del territorio. Por ende , más allá de las regulaciones, debe buscarse un entendimiento entre los pobladores y las autoridades en función de garantizar a las futuras generaciones mejores condiciones de vida ,porque es también el ser humano, una especie importante dentro del humedal, que tiene en sus manos el poder de decidir su futuro. (Por: Lic. Yoandy Bonachea Luis. Fotos del autor)

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