Como una casita de muñecas, donde todo se visualiza perfecto y en el lugar indicado, el Hogar Materno del municipio Martí sorprende desde su puerta de entrada y va cautivando con las siluetas en el decorado de su techo, confort de los muebles, siembras en el huerto, habitaciones donde hay cabida hasta para el peluche de la materna que transita despacio a la adultez, la zona de la enfermería, el espacio médico que parece un consultorio cualquiera, la terraza del descanso…
Casi 20 años después, la institución, a donde van a parar féminas vulnerables en su gestación y en la que reciben los mejores cuidados, vuelve a ser el sueño cumplido de pacientes y personal de la Salud, un logro que no debió perderse en el tiempo, pero que reclamos de amor trajeron de vuelta.
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Para Yolaine Toledo Morejón no es novedoso dirigir la instalación asistencial, porque durante cerca de una década lo hizo con destreza, antes de que, a inicios de los 2 000, el centro repentinamente cerrara sus puertas.
“Hace un mes más o menos que comenzó el Hogar Materno a funcionar. La instalación tiene una parte restaurada y otras de nueva construcción. Hemos tenido un índice ocupacional del 85 %, con capacidad de ochos gestantes, dos por habitación. En estos momentos, ascienden a seis las ingresadas, de ellas: una juvenil, otra por estancamiento de la curva de peso, una hipertensa para recuperación nutricional… Estamos algo así como en período de adaptación”, comenta, mientras con la mirada le da seguimiento al ambiente del lugar y al correcto funcionamiento del centro de Salud.
“Laboran una enfermera que asume turno de 24 horas (h) por 72, y otra que lo hace de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde; son cuatro en plantilla. Tenemos un administrador, una cocinera con dos auxiliares de cocina, un técnico en mantenimiento, dos auxiliares de limpieza y cuatro custodios.
“En el tiempo en que estuvimos sin hogar, las gestantes se trasladaban para Cárdenas; algo que el transporte complejizaba mucho, sobre todo para las visitas de sus familiares. Ahora vuelven a sentirse como en casa. Están lo más cercano posible a su cotidianidad. También hay beneficios económicos, porque se eliminan los gastos del viaje hacia el otro municipio. Desde lo psicológico, experimentan mayor tranquilidad”.
La galena afirma que constituye un desafío retomar sus funciones de liderazgo y que, aunque Carlos Gardel aseguraba en su pieza musical que “20 años no son nada”, la práctica habla de variaciones en los protocolos de cuidados a las maternas. “Las gestantes llevan un seguimiento diferente, más intensivo, con nuevos exámenes complementarios que favorecen el éxito en el proceso”.
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Sobre una de las camitas del hogar, un osito de peluche delata a la juvenil mamá. Apenas estrena 17 años y ya Marienny Cruz Mora exhibe su segunda gestación, que le llevó al materno por el estancamiento en la curva de peso.
“Llevo apenas una semana. Ingresé porque mi bebé pesaba dos libras y en estos días aquí ya llegó a las cinco. Nos atienden bastante bien. Ya soy mamá, sé cómo es eso; pero, bueno, no todos los partos son iguales. Tengo un niño que va a cumplir dos años y ahora espero otro varón”.
Disfrutando de la fresca brisa del exterior, en los sillones del patio, Melisa Maura Márquez y Lienny Licea Rubia comparten sus experiencias.
La primera, rebosante de felicidad por la apertura de la institución que evitó su traslado a Cárdenas o Matanzas, refiere que la cercanía de casa permite que le traigan a su pequeña desde Itabo, junto a algunos víveres que nunca están de más. “Toman los signos vitales en la mañana y por las noches. Por si nos sentimos mal, tenemos medicina al alcance. La doctora siempre está al pendiente de todo”.
Lienny, portadora de sicklemia y con cervicitis, que le puede provocar un alumbramiento antes de tiempo, llegó al centro remitida por la ginecóloga y la médico de la familia. “A mis 26,5 semanas presento riesgo de abortar o parto prematuro. Me dijeron que para mi seguridad y la de mi bebé lo mejor era estar aquí. Tengo una niña y en camino viene el príncipe”.
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Chequeos constantes, consultas en el policlínico, ultrasonidos de seguimientos y una estricta alimentación, sobre todo en aquellas pacientes con padecimientos que pueden poner en riesgo su embarazo, forman parte de las rutinas del personal del Hogar Materno de Martí, el de más reciente creación de los 13 existentes en la provincia.
“La alimentación está bastante buena. Tienen garantizadas las seis comidas del día. Tenemos un organopónico en el que, además de vegetales, se cultivan plantas medicinales.
“Lo que consumen va en dependencia de su patología. En la mañana siempre se les da pan; pero, sobre todo a las hipertensas, se les limita en el resto del día. Les damos refuerzos proteicos a las pacientes con anemia”, explica Álida Melgare Brioso, dietista del centro.
Los profesionales que laboran allí consideran que cuentan con todas las condiciones para el desarrollo materno-fetal. Los pacientes y quienes velan por su salud estrechan lazos hasta convertirse en una gran familia.
Yolaine, aquella directiva con bebé de dos años cuando el viejo Hogar Materno cerró sus puertas y ahora una hija cercana a las dos décadas de vida, viaja en el tiempo y no puede evitar comparar sus dos mandatos.
“La sede era otra. Aquel tenía más capacidad de camas, pero este tiene mejores condiciones. Una realidad es que también ha disminuido la cantidad de gestantes en el municipio, por eso se decidieron ocho capacidades nada más”.
Además de la salud de sus gestantes, que las estadísticas de natalidad bajen también le preocupa, en una provincia que no escapa a los números alarmantes de envejecimiento poblacional.
Desde su actuar, sabe que su prioridad es que los bebés en camino lleguen saludables al mundo, y que las madres sientan grata su compañía en las semanas o meses de ingreso en la institución médica. “Se llama Hogar Materno porque la idea es esa: que sientan esta como su otra casa”.
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