Love Lies Bleeding (Amor mentiras y sangre)
Love Lies Bleeding, la nueva película de Rose Glass, de quien escribí hace solo un par de semanas, me supuso en primer lugar una divertidísima y extraña sorpresa. La directora pasó del terror psicológico al neonoir con un dominio notable de cada género. El ambiente fotonovelesco, los protagonistas marginados, el estilo tan revelador y atractivo del bodybuilding estadounidense de hace apenas un tiempo: todas estas características sirvieron para contar una historia sobre el amor y las anatomías que este puede presentar.
Es una película que me la imagino siendo proyectada en los cines del bajomundo americano, a las horas menos concurridas, cuando el vapor de las alcantarillas se apodera de las aceras y las chicas y chicos punks, los malotes, exploran bares, discotecas y callejones. Love Lies Bleeding es sobre y para gente ruda.
Por momentos parece el fan fiction de una mujer cansada de los cánones utilizados en las películas de acción de la época. A finales de los 80 se derrumbaba el muro de Berlín, Die Hard estaba en cartelera, Sylvester Stallone ya hacía de Rambo, Sarah Connor encaraba a robots venidos del futuro y la teniente Ripley lograba huir y asesinar al alienígena xenomorfo en cintas de unos jóvenes Ridley Scott y James Cameron. Michael Jackson conseguía triunfar de nuevo con un álbum: Bad definía a toda una generación con las esposas en los cinturones, el rímel en los ojos, labios apretados y vestimenta oscura, si se podía elegir, de cuero.
Por todo eso Love Lies Bleeding no me parece de 2024; es como si siempre hubiera existido, pero ninguna productora importante se atreviese a producirla, o incluso imagino otras posibilidades, que sí se hizo, se estrenó y fracasó, y ahora, más de 30 años después, es rescatada de las garras del olvido. Es una cinta con chicas malas, de pocas palabras y músculos gigantes, las cuales pasan sus tardes en el gimnasio, destruyendo cualquier cerco de género imaginable. Una película sexualmente transgresora, con escenas subidas de tono que harían suspirar a la persona más recatada, encarcelando su atención, produciendo algún que otro aceleramiento sanguíneo.
Se trata de una reinvención de Frankenstein que toma las bases tanto de la obra literaria como de la película de 1931, y deforma ciertos elementos para situar la trama en determinado período. El personaje de Kristen Stewart, Lou, es esta chica que trabaja en un gimnasio y conoce a Jackie, interpretada por Katy O’Brian, quien después se convertirá en su novia. Esta última es una fisiculturista que entrena para ir a un concurso en Las Vegas, donde tendrá que mostrar su potencial físico. Entre las dos mujeres comienza un proceso de dopaje que va convirtiendo a Jackie en el embrión de una bestia hinchada y descontrolada que, dicho sea de paso, pone la cinta en acción, varias veces
El amor es el eje principal de la historia, así como las cosas que cada una de las personas que en ella aparecen estarían dispuestas a hacer por quienes aman. Porque este es el sentimiento más primitivo y primigenio de la raza humana, y también el más reprimido. En Love Lies Bleeding amar significa aguantar los puños de tu marido, que destruyen tu cara a la vez produciendo hematomas del tamaño de manzanas; cuidar toda una colección de insectos que sustituyen a tus distanciadas hijas; chantajear a tu interés amoroso para que acepte de una vez y por todas ir contigo a una cita; dejar de fumar; hasta, por qué no, matar.
Al principio, la cámara vuela sobre los cielos de una zona de los Estados Unidos y después vemos cómo desciende hasta lo que parece un gimnasio. Pero aún no se nos ha proporcionado la información suficiente como para saber quiénes son los protagonistas. He ahí una de las cosas que más adoro del neonoir: su tracking, su imperante necesidad de decir que esta puede ser la historia de cualquiera para después caer en una persecución incesante.
Las luces neón ya no están en los edificios de la metrópolis, ahora están en las ropas de ciudadanos que han conocido la guerra fría, el pop y el rock and roll, las drogas, la guerra de Vietnam, los blockbusters, los derechos civiles y la asimilación de un rifle de asalto como parte de la identidad de la nación.
Tiempos convulsos, personajes convulsos. La forma rápida y silenciosa en que una bala puede acabar con una vida es otra de las cosas notables de este género, que, alejado del blanco y negro y la femme fatale clásica, elimina el dramatismo con que morían los detectives, gánsteres y mujeres de las primeras películas noir. Ya no hay palabras de último aliento ni beso final ni dejadez corpórea exagerada. Todo eso ha sido sustituido por sangre realista y cadáveres que se convierten en adornos de salón o alimento para gato.
Este nuevo cine negro se encuentra en desarrollo y puedo afirmar que esa es su mayor virtud. Un perfeccionamiento que podría dar lugar a décadas de inventiva narrativa. Incluso, se han visto fusiones tan acertadas como la Blade Runner 2049, de Denis Villeneuve, que es ciencia ficción con noir, como su mítica primera parte. Y otras de grandioso dramatismo, contundente realismo y una lacerante demostración de cuánto ha cambiado lo que se muestra y cómo se muestra a los personajes del género.
Los detectives privados de The Good Guys son cualquier cosa menos profesionales: alcohólicos, violentos, símbolos de la incertidumbre y descontrol de los años 70; Edgar Wright en Baby Driver convierte a sus malos muy malos en los protagonistas de un videoclip, movidos por la pasión. Brad Pitt hizo de sicario en Killing Them Softly, de Andrew Dominik, un sicario new age, new cinema; apenas se disparan cuatro balas en esta obra y Pitt dejó en mi memoria unas líneas que nunca olvidaré: “Norteamérica no es un país, Norteamérica es un negocio”.
¡Y después vino Martin Scorsese con su irlandés! Mostrando cómo un género vivía sus últimos momentos, ya no hay vistosidad a lo Goodfellas, a lo Casino, a lo Gangsters of New York. Solo resentimiento y angustia. Ahora el malo es el magnate de Wall Street que viste de traje, tiene sexo en la oficina y consume tantas drogas que podría revivir a un caballo de carreras.
Lo que más amé de Love Lies Bleeding es su parecido con Bound, de las Wachowski. Ambas colocaban a sus histriones en un espacio lleno de sensualidad, eso sí, a sus maneras particulares. Las hermanas apostaron por no mostrar y dejar muchísimo a la imaginación del espectador, mientras que Glass no se anda con rodeos. Se mantiene leal a su tesis cinematográfica, al tema de su película, y es sorprendente que este hilo nunca se rompa, que llegue a su final y aún así continúe dándonos un guion lleno de momentos simbólicos acerca de qué es el amor para cada uno de los personajes, principales y secundarios.
Porque, al final de la jornada, amar de verdad significa dormir un poco, después de una larga racha de disparos, golpes, sangre y dólares. Es dormir mientras tu pareja entierra un cadáver en el medio del desierto, y se fuma un cigarrillo, porque “I can’t stop doing it, babe”. (Por: Mario César Fiallo Díaz)
Ficha técnica
Título original: Love Lies Bleeding; Año: 2024; País: Reino Unido, Estados Unidos; Dirección: Rose Glass; Guion: Rose Glass, Weronika Tofilska; Música: Clint Mansell; Fotografía: Ben Fordesman; Reparto: Kristen Stewart, Katy O’Brian, Ed Harris, Dave Franco, Jena Malone