Al abuelo ya no le gusta la pelota

Nuestras SN necesitan reinventarse. Muchos problemas podemos solucionarnos, para que a todos, nos vuelva a gustar la pelota.

Desde que se abolió la práctica profesional de este deporte en el año 1962, la pelota se convirtió en derecho y pasión, fue un acontecimiento que marcó para siempre al pueblo cubano.

El espectáculo deportivo más grande de nuestro país es la Serie Nacional de Béisbol (SNB). Desde sus mismos inicios, ganar un campeonato se ha convertido en algo de vida o muerte.

La SNB provoca inalienable y efervescente pasión en una gran cantidad de cubanos; no importa si eres uno de esos fanáticos que siguen la serie a detalle o si no te apasiona tanto: a la hora de la verdad, todos sabemos batear y vitorear por nuestro respectivo equipo.

Mi abuelo forma parte, o más bien formaba, de ese primer grupo antes mencionado. Es de esos personajes que no faltaban al estadio y que se saben toda la historia del béisbol en el país.

El Yayo (como le dicen) conoce muchas anécdotas, hazañas y momentos memorables de nuestras series. Hay que escucharlo hablar con los ojos llenos de júbilo de Braudilio Vinent y cómo enseñaba el número en su espalda al bateador con su wind-up al lanzar; dice que no se podía medir porque el velocímetro no existía, pero él “pone la mano en el fuego a que pasaba las 100 millas”; o con el entusiasmo que habla de los “Tres Mosqueteros” (Félix Isasi, Rigoberto Rosique y Wilfredo Sánchez) del equipo de Matanzas, quienes a su juicio son el tridente de bateadores más integral de la pelota cubana.

Puede narrar durante horas acerca de Jorge Luis Valdés, José Luis Alemán, Juan Manrique o Lázaro Junco, hombres que hicieron historia en nuestro pasatiempo nacional.

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La pasión del Yayo roza un poco la locura, porque aunque admito ser también de los adeptos del deporte nacional, no me creo capaz de manejar en motocicleta durante tres horas seguidas desde el Parque de la Libertad hasta el Estadio Augusto César Sandino de Villa Clara para ver al conjunto de la provincia jugar la subserie final, como hizo él en el año 1970, para ver el último juego entre Azucareros y Henequeneros (Matanzas).

Pero al abuelo ya no le gusta la pelota. La apatía hacia las series nacionales ha comenzado a reinar en su corazón, y no lo culpo.

Después de ver y vivir aquellos campeonatos donde los récords individuales llovían, donde muchos juegos se decidían por diferencias mínimas; después de experimentar cómo gradas y terrenos retumbaban porque los aficionados llenaban estadios sin importar la etapa en que se encontrara la competición; se hace complicado apreciar la actual realidad de la SN.

A decir verdad, este torneo dista mucho de lo que supuso en otros años. El espectáculo no es igual, ni la pasión se vive tampoco de la misma manera, y los equipos llenan bases pero no así las gradas. La desidia ha golpeado fuerte a nuestros campeonatos hogareños.

Por ejemplo, el mejor promedio de carreras limpias de la 62 SN, hasta este momento, lo tiene Santiago de Cuba con 3.80 PCL por juego (según la estadística de la página www.beisbolencuba.com)  y ocupa el primer lugar de la tabla de posiciones; mientras que hace diez años, en la serie 52, el equipo que exhibía igual promedio de 3.80 fue Holguín y terminó en décimo lugar.

La presente edición de la veterana lid ha llegado repleta de problemas que lastran su comportamiento.

El nuevo sistema de cinco juegos con cada equipo en sustitución del formato anterior deja a los bullpen de picheo totalmente descubiertos, sencillamente no hay cuerpo que aguante esta modalidad.

La imperante desmotivación de los peloteros y los problemas logísticos, como lo sucedido con los bates y las pelotas de la empresa Teammate en esta serie, son solo algunos ejemplos.

Las falencias reales de nuestro béisbol son visibles desde hace varios años, y las soluciones demoran en llegar. Peloteros talentosos y con calidad sí tenemos –quizás no como antes, pero los hay–; solo que las SN significan para ellos un techo ya superado, y la elitista Liga Élite también lo es: una competición que en el papel sonaba bien, y sin embargo fue más de lo mismo.

Nuestras SN necesitan reinventarse y buscar alternativas para su paulatino desarrollo, y aunque muchos problemas se nos escapan de las manos, otros lo podemos solucionar desde aquí, para que a todos, como es el caso de mi abuelo, nos vuelva a gustar la pelota.

(Carlos Javier Prado Porcena)

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Sobre el autor: Periódico Girón

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