
Orianny, la joven instructora de arte, fue reconocida a nivel provincial por los resultados de su labor en el año 2024. Fotos: Cortesía de la entrevistada.
En la escuela primaria José Antonio Echeverría cada miércoles a la 1:40pm el silencio de la tarde se quiebra. El transeúnte que pasa absorto en mutismos cotidianos: los del alma y los de la ausencia de fluido eléctrico, se ve obligado a desperezar los oídos por la intensidad de las voces infantiles que vuelan a través de los ventanales.
“Venga la esperanza, pase por aquí”… se escucha y a veces es imposible seguir el camino sin tararear el estribillo.
Al inicio, algunos preguntaban si se trataba de una celebración específica, ahora la mayoría de los betancourenses sabe que en ese horario invariablemente el coro Estrellitas del futuro ensaya junto a su instructora de arte Orianny Rolo Pico.
Allí, en el aula de música, durante un breve intervalo y rodeadas por las miradas inquietas de los pequeños, escuché el testimonio de esta joven.
“Siempre amé la música. Recuerdo que me acerqué a la casa de cultura María Villar Buceta y el instructor Jorge Alberto Hernández descubrió que tenía aptitudes, pero no fue hasta los 10 años que me decidí a cantar por mi timidez.
“Una vez que vencí el miedo las experiencias fueron increíbles. Participé en diversos espacios, entre ellos el Cantándole al Sol y más adelante, cuando ya era miembro del proyecto Kikiricantos, estuve entre los cinco niños que viajaron a Islas Canarias para representar a Cuba en el festival ESPAL (año 2000)”.


Continuamente la narración de Orianny se interrumpe por las llamadas de los padres, interesados en la próxima presentación… Así ocurrió con esta artista cuya vocación siempre encontró aliento en el apoyo familiar, ese capaz de romper las barreras que supone vivir lejos de la ciudad”.
“Mi papá viajaba conmigo hacia cualquier espacio donde pudiera superarme. Él y mi mamá hicieron posible que continuara estudios en Matanzas. Pertenezco a la segunda graduación de Instructores de Arte en la provincia, que contó con la presencia de Fidel y nos inspiró a trabajar por una formación integral de las nuevas generaciones.
“Una de las vivencias más impactantes de mi carrera fue la misión Cultura Corazón Adentro en Venezuela, específicamente en el poblado Sabaneta de Barinas. Allí trabajé mucho con niños y por aquella época el alcalde de la localidad era Aníbal Chávez, hermano del presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Se interesó por los frutos de la labor cubana y durante una presentación me regaló la guitarra que desde el 2012 me acompaña”.

En Pedro Betancourt queda el recuerdo de la peña De mi canción a tus sueños, sostenida por Orianny tras su regreso, queda su acompañamiento al círculo de abuelos, los videos cantando junto a su hija Camila durante la etapa en que la Covid-19 nos confinó al aislamiento.
Y otra vez la historia vuelve a situarnos en el aula de la escuela primaria que desde el 2023 conquistó a esta instructora. Al inicio las captaciones sumaban apenas 12 niños, ahora son 30 los miembros de Estrellitas del Futuro, algunos de otros centros del municipio y Fabián, uno de los más talentosos alumnos que ya transita por la enseñanza secundaria.





“Nuestro repertorio se basa en la obra de Teresita Fernández, Liuba María Hevia y otros temas que aluden a la paz, el amor, la unión entre los pueblos. Contamos con un espectáculo dedicado a Martí donde la música interactúa con la literatura, el teatro…
“Trato de potenciar además a los solistas y el dúo CamiFabi, compuesto por Camila mi hija y Fabián que alcanzó el segundo premio en el Festival Provincial Cuba que linda es Cuba (2023). En la edición correspondiente al 2024 el coro también fue reconocido”.

Al interrogar a Orianny sobre proyectos futuros, las respuestas nacen primero de los estudiantes que confiesan su sueños de actuar en el emblemático Teatro Sauto y de interpretar Somos el mundo.
Cuando este 4 de abril Estrellitas del futuro suba al escenario para festejar el aniversario de las organizaciones más jóvenes de Cuba, quienes aplaudan su talento quizás no conozcan que han formado una familia, que su joven profesora llora de orgullo al concluir cada presentación, que recibieron cantando a Sofía, una de sus miembros, cuando regresó del hospital ilesa de un estado grave.
Muchos no sabrán de los sacrificios que entraña ensayar invariablemente los miércoles para romper el silencio y la desesperanza. Pero la mayoría seguirá agradeciendo esas notas que traspasan el umbral de la escuela y nos recuerdan la certeza de estribillos como: “Que canten los niños, que unan su voz, que en ellos está la verdad”.