De más está explicar la compleja situación económica que atraviesa el país, enmarcada en una crisis global. De igual manera no veo necesario contarles lo que todos ya sabemos acerca del déficit energético que sufrimos.
La dificultad para adquirir combustible, así como las averías y mantenimientos en la infraestructura eléctrica, han provocado que la demanda sea superior a la capacidad de generación. Una situación que ha tenido sus altas y bajas en los últimos años.
La mejor manera de disminuir la afectación pasa por el sector empresarial e industrial, que al final de cuentas consumen una mayor cantidad de electricidad, como es lógico. Tanto directivos como trabajadores, del tipo de gestión que sea, deben asumir que cada kilowatt que ahorren representa una ayuda, por pequeña que parezca.
En el mismo saco entran las mipymes y los trabajadores por cuenta propia, que tienen el mismo deber para con la sociedad que la empresa estatal socialista. Aunque esto para nada debe afectar la producción ni la prestación de servicios. La solución radica en lograr ser eficientes y reducir el consumo innecesario.
El cambio comienza al asumir conscientemente que vivimos momentos donde el mejor favor que nos hacemos a nosotros mismos es pensar en el otro, con la buena voluntad de que la actitud sea recíproca, porque al fin de cuentas los apagones los padecemos todos.
Otro punto esencial sería tener mano dura con todo aquel que robe electricidad empatando cables con el tendido eléctrico o que se ponga a inventar con el contador. Con las cuentas claras podríamos establecer mejor el consumo energético real actual y así encaminar eficientemente las soluciones.
En último lugar estamos tú y yo, a un circuito de distancia, manteniéndonos al tanto de cuándo nos toca el apagón y calculando las horas de sueño. Nosotros que hemos aprendido cuánto duele el sonido de un ventilador desacelerando en plena madrugada.
Aun así, nos toca pensar en el otro y cuando se hace la luz debemos alejar la idea de desquitarnos encendiendo cada bombillo, cada equipo, como si quisiéramos recuperar las horas en las que no pudimos hacerlo. En esos momentos vale recordar que a un circuito de distancia está ese otro, tú o yo, o tal vez ambos, con los mosquitos susurrándonos al oído.
El ahorro ha constituido durante años nuestra mejor manera de combatir la adversidad, colectivamente, como un todo. Ahorrar es pensar en tu vecino, es ponerse en su lugar y cederle, aunque sea, lo poco que realmente no te hizo falta.
Pienso ahora en los spots de mi infancia, algunos mejores que otros, donde nos hacían ver que reducir el consumo eléctrico no solo era bueno para el bolsillo, sino que además era un acto de buena voluntad.
Apaga todas las luces encendidas innecesariamente, evita los altos consumos en horario pico y desconecta los equipos, aunque estén apagados, y ya habrás cumplido con tu parte.
Que ahorrar electricidad no sea una consigna vacía repetida hasta la saciedad, sino una responsabilidad colectiva, un deber para con los demás, un gesto cómplice que venza a la apatía provocada por las circunstancias. Nada menos, y nada más.
Se han realizado múltiples campañas llamando al ahorro o a la restricción en el consumo, sin embargo, el consumo residencial, en nuestra provincia ha crecido respecto al pasado año en más de un 10 %, como continuación de una tendencia creciente. Hay un número de medidas adicionales, a tomar y publicitar ampliamente, que pudieran estimular el ahorro residencial, pero hacerlo de forma que la gente se sienta motivada a ahorrar. Hoy se están aplicando cortes programados de energía para suplir los déficits de generación, hasta doce horas diarias, en bloques de tres horas. Ahora bien, si usted tiene el bloque de consumidores «X», el cual, en su consumo histórico, es más «ahorrativo» que los bloques «Y» y «Z», entonces, además de publicitar el buen desempeño, de ponerlo como incluso como ejemplo, lo estimulo con una mejor política de cortes de energía, puede que incluso no tenga que apagarlo. Entonces, esos consumidores se sentirán más estimulados y el resto, también. Al final, ganamos todos. Dejará de suceder lo que hoy que, cualquier vecino, por un llamado de su conciencia, sentido de pertenencia, o de país, o lo que sea, apague cualquier iluminación innecesaria u otra acción que conduzca a la disminución de consumo, entre su voz interior y, la de todos las que lo rodean le dicen, con toda razón, para qué estás haciendo lo que haces (con palabras incluso no publicables) si, de todas maneras, te van a cortar la corriente la misma cantidad de horas o mayor que cualquier otro que nunca le ha importado el tema.