El Sistema de Atención a la Familia (SAF) es indispensable para las personas de bajos ingresos. Fotos: Ilianis Cortés Rufín
En medio de la compleja situación económica que atraviesa el país, la creciente inflación y los altos precios generalizados, el Sistema de Atención a la Familia (SAF) representa una ayuda indispensable para los más vulnerables.
Dicho programa está integrado por unidades gastronómicas cuya actividad básica es prestar servicios de alimentación a adultos mayores, personas con discapacidad, casos sociales y otros con insuficiencia de ingresos y carentes de familiares obligados en condiciones de prestar ayuda.
Así pudimos comprobarlo en La Yumurina, uno de los comedores que brinda alimentos a 46 asistenciados por un valor inferior a los 26 pesos. Además, ofrece almuerzo a costos económicos a todo el que lo necesite.
El centro tiene las condiciones creadas para comer en el lugar, pero quienes lo soliciten pueden llevarse la comida a la casa. En el mismo se atiende también a 16 discapacitados, a los cuales se hace entrega directamente en sus domicilios.
Después del horario de almuerzo establecido para los protegidos por el SAF, el comedor presta servicios de cafetería con los productos de que disponga. El día en que realizamos este trabajo, por poner un ejemplo, se expende caldosa a 20 pesos y arroz con mortadella y viandas a 100 pesos.
La administradora, Kirenia Molina Tomás, nos cuenta que cada día son más las personas que acuden al SAF y que agradecen tener al menos la posibilidad de poder acceder a alimentos bien elaborados. Incluso, hay colectivos de centros de trabajo cercanos que han optado por almorzar todos los días en el comedor.
Las ganancias por concepto de ventas contribuyen a mejorar el bajo salario de los trabajadores, los cuales en ocasiones ponen dinero de sus bolsillos para mejorar la calidad de los productos que preparan y celebrar los cumpleaños de las personas beneficiadas con este programa social.
Carlos del Valle López es un cartero que lleva dos años como asistenciado junto a su esposa, que no puede trabajar por cuestiones de salud. Mientras recogía los pozuelos con el almuerzo, aprovechó nuestra presencia para agradecer al personal del centro y reconocer la buena atención recibida.
Algunos de los presentes decidieron no dar declaraciones, apenados por tener que acudir al comedor, como si recibir ayuda fuera un estigma; sin embargo, otros, como Armando González, jubilado del sector de la Construcción, enfatizan lo beneficiosos que son estos espacios para aquellos a los que, como a él, no les alcanza el salario para garantizar su alimentación.
Molina Tomás reconoce que ha recibido mucha ayuda por parte de las autoridades del Gobierno y el Partido, y destaca la labor de la presidenta del Consejo Popular al que pertenece el SAF. No obstante, aclara que las puertas siempre estarán abiertas para todo el que quiera aportar su grano de arena y contribuir a mejorar la calidad de vida de los más necesitados.
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