El lunes 13 de abril de 1987 la tripulación del pesquero Ferro Girón III navegaba en las proximidades de la actual Termoeléctrica Antonio Guiteras, cuando un repentino y brusco salpicar de olas delató la presencia de un “verdadero monstruo”. El patrón Fermín Medina y los marineros Santiago Rodríguez y Héctor Medina no tardaron en preparar un gran arpón con cápsula explosiva, que certeramente se encajó en la parte dorsal de la “bestia”.
La ocasión se tornó en extremo espantosa. Los tres compañeros de aventuras sujetaban con ambas manos la cuerda tensa que lo ataba, y una y otra vez evitaban las sacudidas violentas del enfurecido pez. A punto estuvieron de caer al agua, pero, al cabo de seis horas de lucha a muerte en el mar, lograron capturar al tiburón ballena.
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Sus dimensiones sobrepasaban los nueve metros de largo y detuvo la balanza en 6,3 toneladas de peso; sin dudas, era el mayor animal marino atrapado en la bahía matancera que entraba en la historia local. Para sacarlo del agua hacia tierra, se requirió el empleo de una grúa Kato. (Por: Adrián Álvarez y Eduardo Daniel González)
Una aclaración. El Girón III era una embarcación de madera, de unos 7 metros, no un Ferrocemento. Los Ferros en aquella época con embarcadero en la bahía matancera eran los denominados Bienvenido Mauriz I y II, de 16 metros de largo.
Trabajaba en aquella época en la Empresa Pesquera de Matanzas, y en la porción norte del antiguo muelle real estaba la recepción de pesca del establecimiento Matanzas, cuya administración regía las capturas estatales en la zona de la bahía y de las embarcaciones de Puerto Escondido. Fue allí donde se desembarcó, descuatizó y pesó el «monstruo».
La carne es comestible, algo grasa, pero sabrosa y nutritiva, aunque por no tener referencias, los organismos de salud decidieron no aprobar su comercialización en aquel momento, y a Fermín y a su tripulación se le consideró el peso de la captura, pero no su valor.