El 4 de agosto de 1839 nació Calixto García Iñiguez, quien se destacó por su extraordinaria hoja de servicios en las tres guerras de independencia, coronada con la histórica vindicación de patriotismo que significó su carta al general estadounidense William Shafter, cuando le impidieron a las tropas mambisas entrar a Santiago de Cuba al concluir la contienda de 1895-98.
Vio la primera luz en la casa marcada hoy con el número 147 de la esquina Frexes y Miró, en la ciudad de Holguín, y algunos autores destacan que su madre, Lucía Iñiguez, presintió que sería un gran guerrero porque a la par que ocurría el parto tenía lugar la marcha militar que cada domingo escoltaba a las tropas españolas desde su cuartel hasta la misa en la Iglesia San Isidoro.
Creció como hombre de elevada cultura y gallardía, de estatura alta, complexión robusta, de ojos claros y aire distinguido y se convirtió al paso de los años en avezado en las tácticas militares que adquirió de forma autodidacta, empleadas magistralmente en la lucha por la independencia de Cuba.
García Iñiguez soñó con realizar estudios universitarios, pero no le fue posible, miembro de una modesta familia tuvo que dedicarse a labores de comercio, a la administración de un tejar propiedad de su madre en Jiguaní, y joven se casó con Isabel Vélez, unión de la cual nacieron seis hijos.
Tenía 29 años cuando se incorporó a la recién iniciada Guerra de los Diez Años, y a golpe de valor en más de 30 combates y batallas, fue ascendido a General el primero de mayo de 1872 y ocupó importantes jefaturas en el Ejército Libertador.
Primeramente estuvo bajo las órdenes del General Donato Mármol desde el 13 de octubre de 1868, fecha de su incorporación a la lucha libertaria en la finca de Santa Teresa, en Jiguaní.
Resultaron notorias su intrepidez y valentía, que lo llevaron a ser reconocido para integrar el Estado Mayor al frente del cual estaba Máximo Gómez, a quien llegó a sustituir más adelante, ya dueño de la pericia que lo distinguía como estratega militar.
Destacó por ser el primer jefe mambí en hacer uso de la artillería, por conocimientos adquiridos de forma autodidacta que sentaron precedente en el arte militar cubano.
Utilizó los métodos tácticos y estratégicos al combinar la caballería, la infantería y la artillería, el cerco en la toma de ciudades y fortificaciones, como el fortín de Loma de Hierro, y las localidades de Guáimaro, Tunas, Guisa y Bayamo, entre otras.
Con 35 años, el 6 de septiembre de 1874, el jefe de una columna española en San Antonio de Baja, en los alrededores de Bayamo, no ordenó rematar a Calixto García, quien prisionero de las tropas hispanas permanecía encima de una carreta con el rostro ensangrentado por un disparo de su revólver, que entró por la barbilla y salió por la frente, frustrando así su intención de no caer vivo en manos enemigas.
Sus captores se entrevistaron con su madre y le comentaron que su hijo había sido capturado. Ella rechazó de plano que ese fuera su Calixto y al aclararle que estaba gravemente herido por el disparo que se propinó, entonces les contestó que ese sí era su hijo porque deseó la muerte antes de caer cautivo.
Tras reponerse de sus graves heridas, el bravo mambí fue enviado a las cárceles de Pamplona y Alicante, en España, donde permaneció cuatro años, hasta que como resultado del Pacto del Zanjón, al cual se opuso, fue puesto en libertad el 29 de mayo de 1878.
Radicado en New York, se implicó en la preparación de una nueva contienda desde el Comité Revolucionario Cubano, la llamada Guerra Chiquita, y tras varios intentos infructuosos desembarcó por Playa Cojímar, al oeste de Santiago de Cuba, pero ante la falta de condiciones para su desarrollo, enfermó, y solo y aislado capituló el 3 de agosto de 1880.
Nuevamente lo deportaron a España, donde residió hasta el comienzo de la Guerra de 1895-1898, en que se trasladó a Nueva York.
Resultó notoria su participación en la Guerra Necesaria, organizada por José Martí, y cuando cayó en combate Antonio Maceo fue nombrado Lugarteniente General del Ejército Libertador, manteniendo el cargo de jefe del Departamento Oriental.
Estados Unidos frustró en 1898 la independencia con sus maniobras injerencistas. La participación de las tropas dirigidas por García Iñiguez en Santiago de Cuba resultó decisiva para el desenlace de la guerra hispano-cubano-norteamericana.
No obstante esa contribución, el ejército estadounidense negó la entrada a la ciudad de las huestes mambisas y ante esa acción humillante, Calixto García renunció al cargo de jefe del Departamento Oriental y el 17 de julio escribió una carta al General Shafter de protesta por tal afrenta y expuso que conocía las reales intenciones de EE.UU.
El Consejo de Gobierno lo destituyó del cargo de Lugarteniente General del Ejército Libertador. Aun así días después hizo su entrada en Santiago de Cuba, donde fue objeto de gran recibimiento popular.
La última misión que cumplió el insigne patriota Calixto García fue conciliar el licenciamiento de los combatientes del Ejército Libertador y lograr que se reconociera por Washington la existencia de la Asamblea de Representantes, para lo cual viajó a Estados Unidos.
Estaba en esas gestiones cuando ocurrió su muerte debido a una pulmonía fulminante, el 11 de diciembre de 1898. (Por Jorge Wejebe Cobo)
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