Comencemos por el principio. Me llamo Irian Puerto Nieto. Me gradué de Instructor de Arte en el 2009, trabajé en la escuela primaria de Coliseo, más tarde en el Palacio de Pioneros de San Miguel de los Baños y por último en la primaria Enrique Hart Dávalos. El 12 de julio de 2011 finalmente termino mi Licenciatura en Instructor de Arte en la especialidad de Artes Plásticas.
En ese punto me llega la misión a Venezuela, país en el que estuve desde 2013 hasta 2015, y es ahí donde tengo la oportunidad de filmar una película. Mis compañeros y yo fuimos ubicados en el Estado Miranda en una ciudad que se llama Charallave.
Fuimos los primeros cubanos en entrar a trabajar en un barrio marginal caracterizado por tener altos índices de delincuencia. Después de haber laborado varios meses con la comunidad nos topamos con Gilber Rodríguez, joven venezolano que quería grabar un filme.
Yo tenía un mínimo técnico en fotografía y siempre fui un apasionado del cine, así que junto a Yasiel González, otro instructor de arte de la misión especializado en teatro, nos unimos al Gilber y emprendimos aquel ambicioso proyecto.
Durante el proceso fueron acercándose personas de los barrios aledaños y finalmente la iniciativa fue creciendo al punto de contar con el apoyo de prácticamente toda la ciudad.
Te digo que grabábamos con los pocos recursos que teníamos, el maquillaje lo elaboramos nosotros mismos y aprendimos a hacer efectos especiales viendo tutoriales en Youtube.
El momento más duro de la filmación fue cuando tuvimos que grabar un funeral y ya no contábamos con el presupuesto para ello, y en ese momento, desgraciadamente, asaltan a una de las personas que trabajaban con nosotros en la película para robarle la moto y lo asesinan.
Imagínate tú, ante una situación tan compleja no sabíamos si seguir o no. Entonces fue que recibimos la visita de la mamá del fallecido para pedirnos que filmáramos el entierro y el velorio, ya que su hijo nunca se había sentido tan apasionado por nada como por aquella película.
Filmar la escena fue difícil. Era un momento muy triste en el que nosotros estábamos ahí con las cámaras en medio de familiares y vecinos llorando. Esa toma en la que transportan la caja fúnebre tiene doble valor, porque es una imagen documental de esa violencia que pretendíamos criticar desde un inicio.
Otro momento complicado fue cuando Yasiel y yo decidimos cambiar el final del guión, porque todas las películas que trataban de drogas y malandros en Venezuela terminaban en lo mismo, con una mar de muertos donde nadie logra salir de ese círculo vicioso criminal. Nosotros queríamos darle otro camino que estuviera incluso más ligado al objetivo de la misión cultural.
El debate fue intenso, pero finalmente el resto del equipo entendió nuestra visión y logramos que el personaje principal rompiera el ciclo de venganza y perdonara a través de su música, por lo que termina trabajando para su comunidad como un gestor cultural donde ayuda a los jóvenes que viven en condiciones marginales.
El día del estreno logramos reunir a casi la ciudad entera, la televisión, radio y prensa nacionales y locales nos entrevistaron y compartieron el tráiler. Fue un acontecimiento de una magnitud que nunca pensamos que alcanzaría, al punto de que nos reconocieron como los mejores colaboradores del año en Venezuela.
Aunque realmente el valor que tiene el trabajo que hicimos fue que involucramos a los vecinos de ese barrio en el largometraje, logramos que lo sintieran suyo y sobre todo que vieran en la cultura una forma de proyectarse y de verse representados.
La película pueden encontrarla en youtube, se llama No hay manera, por eso de que no hay cómo salir de ese ambiente de criminalidad, aunque nuestro protagonista finalmente lo lograra.
Al regresar a Cuba comencé a trabajar en el taller de un amigo hasta que pude montar el mío propio en 2016. Gracias a eso pude empezar a trabajar con el Fondo de Bienes Culturales y ahora expongo y vendo mis obras en la Feria de Artesanía de la Calle 15 en Varadero.
Pero aun así no me he alejado del mundo del audiovisual. Recientemente grabé un videoclip a una artista local y junto a unos amigos logré probarme con la técnica stop motion en la filmación de un spot social para televisión.
Desde mi experiencia les digo que la falta de recursos y de condiciones, pese a que obviamente influyen en la calidad de producto final, no son un impedimento para quienes tengan la voluntad y las ganas de crear. Espero algún día volver a tener la oportunidad de participar en un proyecto como el que viví en Venezuela.