
Registrar la escena
Una nueva generación de fotógrafos ha surgido en Matanzas, imponiéndose. Todos se conectan durante décadas en la labor de testimoniar la sociedad, subvertir los códigos realistas, indagar en los seres humanos, en el cuerpo, en el paisaje, en el legado cultural de fusionar lenguajes y crear con las nuevas tecnologías.
Por un lado, están los fotógrafos de profesión, así como los pintores o escultores que usaron en sus obras la fotografía como estilo o tendencia, para dialogar libremente con sus creaciones.
La otra generación, la más conocida, en la que se encuentran los que traspasaron los límites de nuestras fronteras, aparecieron en catálogos de la fotografía cubana ode las artes visuales en la Isla, recibieron premios; algunos, vinculados al fotoreporterismo, y otros, artistas de la fotografía, buscan otros caminos, procesan un estilo.

El 19 de agosto se celebró el Día Mundial de la Fotografía, y son varios los que demanera profesional testimonian este mundo diverso en que vivimos y se afirman en una poética particular.
Lo que para mí es una nueva época en la cultura matancera, que no podemos obviar, con nuevos espacios, tanto institucionales como privados, que han diversificado las opciones culturales, es también un momento esencial, en que han aparecido locales-galerías para la fotografía; pero así mismo ha ocurrido una explosión de la especialidad que testimonia el acontecer de nuestra cultura, sus hechos fundamentales y las figuras relacionadas con ella.
Sobre eso hay una tradición matancera que se remonta a los 60, en los que sobresalió Pedro Alfonso, que contribuyó al registro, no a la combinación de lo testimonial y lo artístico en el teatro matancero; y en los 80 Ramón Pacheco, Juan Seguí…

La explosión y génesis de un fenómeno que para mí solo comienza, porque muchas cosas pueden cambiar, tiene en esa efervescencia cultural varios nombres que se han convertido en un archivo vivo de la escena, que deben resguardarse, como parte de nuestro patrimonio. En ellos aparece la diferencia de estilos, el uso de los planos, los encuadres, la luz y la sombra, la creación de imágenes que rompen o buscan nuevos espacios, metáforas de lo que, a veces, la propia realidad crea.
Hablar de este instante en que se afirman o nacen poéticas en la fotografía matancera, vinculada a nuestra cultura, es una manera de llamar la atención, de incentivar lo que puede ser un movimiento novedoso, de visibilizar la fotografía testimonial y artística.
La Atenas de Cuba también se construye por sus imágenes y, en los 160 años de su proclamación por Rafael Villar, es un regalo que le hacemos, recordando los nombres de los que han dignificado el arte de la fotografía.