¿Cuánto cuesta menstruar en Cuba?
La Organización Mundial de la Salud establece que una mujer necesita como promedio cinco toallas sanitarias diarias mientras dure la menstruación con sangrado abundante. Esta cifra puede variar dependiendo de la persona. Si redondeamos, el consumo anual rondaría las 500, lo que equivaldría a cerca de 17 000 a lo largo de una vida.
El Sistema de Salud Pública de nuestro país garantiza la venta regulada de íntimas de fabricación nacional en las farmacias, por el precio de un peso con 20 centavos el paquete, pero la falta de insumos importados disminuyó su producción a niveles mínimos al punto de no poder cubrir la demanda.
Iliana Benítez Medina, directora técnica comercial de la Empresa Provincial de Farmacia y Óptica, nos comenta que en todo el 2023 no se abasteció de toallas menstruales a las farmacias matanceras. Por lo que la única alternativa fue comprarlas en el mercado informal o mediante las mipymes.
En el presente año, el territorio recibió 63 696 paquetes de 10 íntimas en el mes de abril y 15 984 en agosto. Una cantidad ínfima si tenemos en cuenta que en Matanzas existen 82 495 mujeres menstruantes, según el censo más reciente realizado por los organismos de Salud.
El primer envío se distribuyó por toda la provincia de manera regulada para evitar la reventa, menos en el municipio de Martí, al cual se le asignaría casi la totalidad de la segunda vuelta junto con Limonar. Algunos paquetes fueron asignados al Hospital Materno, al Psiquiátrico y al Hogar de Impedidos.
Respecto a los medicamentos para los dolores menstruales, la directora de la UEB Farmacias y Ópticas del municipio Matanzas, Elsa Ivis Daniel Álvarez, nos comenta que ha entrado esporádicamente dipirona y paracetamol en cantidades insuficientes para satisfacer la demanda.
Algo similar sucede con el medicamento Aliviho-menstrual, de producción nacional, que consiste en gotas homeopáticas sublinguales y que se comercializa en la modalidad de venta libre.
Desde la Empresa Provincial de Farmacia y Óptica han denunciado en más de una ocasión que las íntimas cubanas, las mismas de las que carecen sus establecimientos, aparecen en el mercado negro y hasta se comercializan en las redes sociales a precios que alcanzan los 300 pesos, lo que levanta las alarmas respecto a su distribución.
Esta situación provoca que las féminas matanceras deban comprar un artículo de higiene tan indispensable por la vía que sea, al precio en que aparezca. En este sentido nos encontramos de todo, por lo que el gasto, dependiendo del vendedor, puede oscilar entre 400 y 1 000 pesos.
UNA CUESTIÓN DE IGUALDAD
En buena parte del mundo, los artículos relacionados con la higiene menstrual siguen siendo percibidos como de lujo, cuando realmente constituyen productos de primera necesidad. Lo cual condiciona los altos precios con que se venden, sobre todo si los comparamos con otros productos de aseo tales como los jabones, desodorantes, pastas dentales, etc.
Parte de la culpa en este fenómeno recae sobre la percepción de género que todavía rodea a la menstruación en la sociedad.
Para las periodistas Mariana Monteagudo Fonseca y Carmen Maturell Senon, hablar de la menstruación desde un enfoque de género contribuye a desmontar la cultura de la vergüenza y la desinformación. Además, supone reconocer que es un proceso biológico y que no está limitada a un solo género, porque tanto mujeres, como personas trans y no binarias forman parte del ciclo.
Normalizar una cuestión biológica, tan natural como respirar o sudar, puede servir como aliciente para que la higiene menstrual sea vista como un derecho y los productos relacionados a ella no sean considerados un “lujo”.
Para una mujer cubana su período puede llegar a costarle entre el 10 y el 30 % de su ingreso mensual, dependiendo de la escala salarial a la que pertenezca.
De esta manera, la menstruación debe ser vista desde un enfoque socioeconómico, donde también median factores raciales, regionales, y familiares.
“Identificar a las mujeres que no pueden satisfacer su derecho a una higiene femenina digna es complejo por todos los tabúes que existen al respecto”, así lo reconoce Isleikis Quinteros Llanes, ideológica provincial de la Federación de Mujeres Cubanas en Matanzas.
“La FMC, en conjunto con la Dirección Provincial de Salud, ha impartido talleres sobre sexualidad e higiene menstrual, para que nuestras niñas y adolescentes estén preparadas para asumir estos procesos, conscientes de que forman parte de lo que son.
“Desde la organización, hemos donado íntimas y conversamos frecuentemente con los vendedores que tenemos identificados que comercializan este tipo de productos. Aun así, en muchas ocasiones nos sentimos con los brazos atados, por no poder hacer más, pero realmente no contamos con los recursos para ayudar a todas las personas necesitadas”, nos explica Isleikis.
LA COPA MENSTRUAL
Las copas menstruales son un objeto de silicona quirúrgica con forma de cono que ha ganado popularidad debido a la escasez de íntimas, aunque muchas mujeres cubanas aún desconocen de qué se trata.
Por ello, siempre hay una conferencia o taller pendiente según la licenciada en Estudios Socioculturales Damarys Benavides Criollo, gestora del proyecto uVe-Cuba. Este se ha dedicado, desde su fundación hace algunos años, a la concientización sobre el tema y la donación de copas menstruales en diversas zonas del país, incluida Matanzas.
En el conocido Callejón de las Tradiciones de la urbe yumurina, tuvo lugar un encuentro propiciado por el vínculo entre uVe-Cuba y Afroatenas, donde Benavides Criollo intercambió con mujeres matanceras beneficiadas por la iniciativa.
«La idea de llevar las copas a Matanzas surge por la necesidad y la ausencia de almohadillas sanitarias en este territorio, —expresa la activista—. Si bien la alianza surgió para apoyar a las mujeres con VIH-sida, ampliamos la convocatoria a todas las mujeres, adolescentes y cuerpos humanos menstruantes con disposición de asistir».
Antes de introducirse en la vagina, la copa menstrual debe doblarse en dos o tres partes para que luego se despliegue en el interior de la vagina. Hay varios tipos de diferentes formas que se pueden probar para que la persona encuentre la más cómoda.
La persona puede estar sentada en el inodoro o en la cama, con las piernas separadas y las rodillas flexionadas. Si la vagina está muy seca, la inserción puede resultar incómoda, por lo que se recomienda utilizar algún lubricante, sobre todo en los primeros usos.
Tan pronto como se suelta el colector, la copa se abre. La punta se gira un poco en el sentido de las agujas del reloj para evitar que se peguen los pliegues. En términos generales, se coloca como si fuera un tampón, ayudándolo con el dedo a que quede completamente dentro del canal vaginal, lo que con la diferencia de que la copa recoge el flujo sanguíneo en lugar de absorberlo.
La misma se puede usar un máximo de 12 horas seguidas, pero para aquellas mujeres que tienen un flujo menstrual muy abundante, se recomienda cambiarla después de cuatro o seis horas. Esta se puede higienizar con agua y jabón entre usos y se puede esterilizar con agua hervida, una vez finalizado el ciclo menstrual.
La copa no impide que la orina salga con normalidad. Si hay una sensación de presión, podría significar que el dispositivo aún tiene que penetrar un poco más en el canal vaginal.
Según Damarys Benavides, las mujeres pueden hacer de todo con la copa puesta, “desde ir a la playa hasta correr una maratón”.
Teniendo en cuenta el ahorro que representa por su durabilidad y las facilidades que propicia en la rutina diaria, la copa menstrual constituye una alternativa a tener en cuenta ante la escasez de toallas menstruales en nuestro país.
(Por: Boris Luis Alonso Pérez y José Alejandro Gómez Morales)