Obesidad extrema: los villanos de una historia mal contada
«Soy el villano porque me convertí a mí mismo en uno». Con estas palabras, el youtuber ucraniano-estadounidense Nicholas Perry ―más conocido por su seudónimo Nikocado Avocado― puso fin el pasado 6 de septiembre a lo que definió como un «experimento social» que dejó a más de uno boquiabierto.
Conocido como “El Rey del Muk-bang” ―tipo de video en que el creador de contenido ingiere grandes cantidades de comida, a veces de forma mórbida, mientras interactúa con su audiencia―, Perry engordó deliberadamente durante casi una década, mientras se hacía viral en Internet, para así demostrar que las personas son «las criaturas más enfermas que existen sobre la faz de la Tierra».
Su público, como suele suceder en estos casos, estaba dividido en dos: aquellos que lo criticaban, acusándolo de «gordo repugnante»; y el resto, que representa la inmensa mayoría, lo constituyen usuarios que realmente disfrutaban sus videos, observando en tiempo real cómo un ser humano se destruía a sí mismo. Luego de dos años subiendo material pregrabado, Perry reapareció en su canal con 250 libras de menos y un discurso sobre el contenido basura en redes sociales que merece la pena escuchar.
Al igual que el filme The Whale, dirigido por Darren Aronofky en el año 2022, este plot twist de la vida real coloca sobre la mesa un tema ya trillado, aunque no siempre con el enfoque más pertinente: la obesidad extrema como fuente de entretenimiento en la industria cultural del siglo XXI.
Tal como le sucede al personaje de Brendan Fraser en la película, las personas obesas viven con el miedo constante de ser rechazados a causa de su condición. Si bien es cierto que victimizarlas no resuelve el problema, pues estamos en presencia de un padecimiento grave que puede ―y debe― ser resuelto con la ayuda necesaria, la empatía constituye un esencial si deseamos ayudar a quien sufre de obesidad extrema y desea revertirla.
En este sentido, ha crecido durante las últimas décadas la tendencia de visualizar en los grandes medios de comunicación historias reales de personas obesas, tanto las de aquellos que ganaron la batalla como las que no tuvieron un final feliz. Y sí, esto ayuda, pero los extremos siempre son peligrosos y existen programas de televisión como Kilos mortales, con un alto grado de aceptación entre la audiencia, que van más allá de la simple visualización del problema y convierten a la obesidad en fuente de entretenimiento para un público bizarro que realmente disfruta ver sufrir a seres humanos en situaciones difíciles.
De hecho, en su video más reciente, Perry califica a sus seguidores como un conjunto de «hormigas», a las cuales es muy fácil lavar el cerebro con contenidos que poseen implicaciones mucho más profundas de lo que sus mentes podrían imaginar. Por un lado, están los que critican sin ponerse en el lugar del convaleciente, insultándolo y acusándolo de “falta de voluntad”, cuando esta es una batalla sumamente difícil de ganar si se está solo o en condiciones sociales y familiares adversas. Y, por otra parte, están los que se ríen observando al “gordo de turno” comerse diez pizzas seguidas; firmando en colectivo la sentencia de una muerte que a muy pocos les importará después.
La obesidad extrema es una enfermedad y como tal debe ser tratada y visualizada, con la exacta dosis de severidad y comprensión que ameritan estos casos. Solo así los villanos dejarán de serlo, en una historia que suele estar mal contada la mayor parte del tiempo.
