Cuerpos ajenos, mejor no opinar

Gordofobia: Cuerpos ajenos, mejor no opinar

Nunca he sido flaca ni pretendo serlo. Únicamente en la secundaria, cuando el estrés por estar lejos de casa y la escuela en el campo hicieron lo suyo, mi cuerpo se vio por primera vez desprovisto de las libras “de más” que siempre me achacaron. Y ni siquiera así, por suerte sin proponérmelo, logré complacer las expectativas sociales, porque para entonces según mis amigos y conocidos debía engordar un poquito más.

Estar a gusto con mi cuerpo ha llevado años. Años de entender que el peso no nos define aunque socialmente se juzgue, años de enfrentar trastornos hormonales del metabolismo, de practicar deportes y no pocas dietas. Y aunque aún no me sienta del todo conforme y me cueste asimilar el haber subido una talla de pantalón en los últimos cuatro meses, me tranquiliza la idea de que esa inconformidad nada tenga que ver con las expectativas sociales que tanto tratan de imponernos; pero no siempre ha sido así. 

Lamentablemente, la marcada tendencia a opinar sobre el peso corporal o la estética en general, cuando no se ajustan a lo socialmente aceptado, incide en nuestros juicios, estigmatiza y hace que muchas personas estemos constantemente “en guerra” con nuestros propios cuerpos. 

Gordofobia: Cuerpos ajenos, mejor no opinar

“No engordes más”, “Tienes que bajar unas libritas”, “Muchacha, ¡cómo has aumentado!”, son frases que han acompañado los saludos a lo largo de mi vida. Tanto, que me considero casi una experta en fingir sorpresa, en improvisar respuestas irónicas y hasta chistes para distender los momentos o no parecer grosera. Aunque la mala educación en realidad provenga del lado opuesto, de quienes “lo dicen por tu bien” y  se arrogan el derecho a opinar sin tomar en cuenta la imprudencia de tales comentarios, o cómo pueden afectar la autoestima, la seguridad o la estabilidad emocional de la otra persona.

Hablar del peso por exceso o por defecto no debería ser un tema que preocupe, pero lo es cuando se nos impone verlo de ese modo, se naturaliza el rechazo y se sexualiza nuestra imagen, incluso antes de que conozcamos el significado de esa palabra.

Lidiar con opiniones al respecto no es exclusivo de quienes engordamos, aunque sí puede ser más agresivo en este caso el rechazo o el bullying. Alabar a una persona por perder peso se considera en algunos casos un piropo, sin detenerse a pensar en las causas o consecuencias que ello haya podido tener.

Hace algunos años, por medio de las redes sociales una amiga celebraba la foto de perfil de otra, recién estrenada en la maternidad, no por incorporarse al trabajo apenas nueve meses después de su embarazo, ni por el impresionante rendimiento sostenido en plena pandemia, ni por lo talentosa que ha probado ser, sino por regresar en tan corto tiempo a su peso anterior.

Por ese camino podríamos mencionar también, dentro del carácter sistémico y estructural de la denominada gordofobia, la exclusividad de varias marcas que no incluyen tallas para personas fuera del peso normativo, como si existiera solo un modelo de cuerpo posible o si ignoraran los cambios naturales que sufrimos; la gordofobia médica que asocia cualquier trastorno a la obesidad, como si ser gordo fuera sinónimo de irresponsable o poco saludable, o la ausencia de referentes que no cumplan con lo cánones establecidos, ya sea en el cine, la televisión, etc.

Reconocernos tal cual somos y trabajar para que el físico no defina tantas otras áreas de la vida pasa en principio por avanzar hacia una sociedad con mayor respeto, porque la costumbre de aludir al cuerpo de manera normalizada, supuestamente “por nuestro bien”, es, cuanto menos, desagradable. Sepan que todos tenemos espejos en casa, que nadie sube o baja de peso con opiniones ajenas, que a la inconformidad y la batalla diaria que supone para alguien enfermo o con trastornos de salud -por una u otra causa- tales comentarios solo añaden más ansiedad, y que no todas lo van decir de frente, pero es incómodo y de pésima educación.


Lea también

Crónica de Domingo: Los yumas

Guillermo Carmona Rodríguez – Hace un tiempo discutía con unos amigos, después de una botella 100 % producto nacional, de esas que convierten a los introvertidos en filósofos y bailarines de Can Can,… LEER MÁS »


Recomendado para usted

Foto del avatar

Sobre el autor: Lisandra Pérez Coto

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *