Danzón para la espera, de Silvio Rodríguez y Ethiel Failde
Silvio siempre está a la espera: de encontrar el unicornio azul, de que llegue abril, de un disparo de nieve te desaparezca y que de ti solo quede la escarcha de tus huesos.
Tal vez por ese recordarnos una y otra vez que la espera resulta la forma más persistente de la esperanza; 50 años después, aún buscamos consuelo en sus temas, como amantes cobardes o perros que le ladran a la Luna, aunque sepan que esta, de tanta plata en sus oídos, no los escuchará.
Ahora dice el trovador que en una calle de Matanzas, tal vez en algún contén de Simpson, aguarda por Miguel. No sabe si aparecerá, pero, mientras, oye un danzón compuesto para mantener a raya a los solitarios, para matar las ansias y un amor para bailar cuando los metales de la noche y de la banda comiencen a sonar.
La canción que le sirve de compañía, como lo son todas las buenas canciones, se llama Danzón para la espera, la interpreta junto a la Orquesta Failde y se estrenará el próximo 8 de marzo, producida por Tumbao Production.
Ethiel, descendiente del Miguel que aún no aparece, y director general de la Failde, cuenta que la canción en sí ya aparecía en un disco acústico del 2020 de Silvio, titulado En espera.
Relata el joven músico que, en otras composiciones del que nos enseñó que los elegidos no siempre llegan temprano a sus citas, había encontrado reminiscencias, juegos y bases rítmicas basados en el danzón. Sin embargo, al escuchar una referencia tan directa al mismo en este número en específico, se sorprendió y le escribió para agradecerle porque, a su manera, guareciera al género.
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“Creo que es uno de los regalos más grandes realizados al danzón. Es poesía pura hecha canción”, comenta.
Tal vez a Ethiel no se le da bien permanecer con los brazos cruzados en lo que los milagros aparecen. Entonces, en un atrevimiento, le envió una versión del tema con arreglos para orquesta con la esperanza —la que Silvio Rodríguez nos enseñó a no perder— de que surgiera una colaboración, y ocurrió.
Según Ethiel, cuando se reunió con el cantautor para coordinar el lanzamiento del sencillo, se quedó sin habla, un ángel del final pasó rasante por delante de él. Ello ocurrió por pura admiración, y confiesa que le ha ocurrido en muy pocas ocasiones.
Incluso, en la nueva versión, Rodríguez le agrega par de versos para homenajear a la ciudad de Milanés y de Pérez Prado: “Se va para Matanzas / con la memoria fiel / Se va con la esperanza de encontrarse con Miguel”, que no estaban en la original.
También se crea una sinergia bastante interesante entre la voz del cantante, melodiosa, fiel a su estilo trovadoresco, y la de los intérpretes de la Failde que lo secundan con los coros. Igual sucede con la letra, lírica y surtida de metáforas, con el ritmo que conduce al baile de fondo.
Gracias a la unión de las causas y azares y el atrevimiento de un joven director de orquesta, ahora Silvio espera por Miguel en algún quicio de Simpson. Mientras tanto, escucha un danzón que luce como el fulgor que antecede al alba, una piel para rastrear fragancias, una tonada de aguacero y una esperanza con cinquillo y montuno.