El 9 de diciembre de 1865, procedente de México, llegaba a La Habana el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann. Poco después, se traslada a Matanzas con la intención de visitar varios ingenios. En esta ciudad se hospeda en el hotel León de Oro, en la calle Jovellanos números 4 y 6. Antes de partir hacia las plantaciones, visitó la Cueva de Bellamar, descubierta tres años antes. Pagó un peso por la entrada y, luego de disfrutar del recorrido, adquirió a dos pesos una cajita con formaciones cristalinas de la cavidad, según se apunta en la revista Opus Habana, en su volumen cinco, del año 2001.
Años después, vuelve a Matanzas. El 16 de enero de 1886, Aurora del Yumurí publica una interesante observación: “Tuvimos el gusto de ver en el Liceo a una persona que nos llamó la atención por su aspecto de hombre inteligente, y hoy hemos sabido que era un sabio de gran reputación, el doctor Schliemann, descubridor de antiguos restos de ciudades de Grecia”.
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El 31 de mayo de 1873, 13 años antes, el germano había descubierto la antigua y legendaria ciudad de Troya, escenario de una guerra memorable descrita en La Ilíada, poema épico de la antigua Grecia atribuido a Homero, y compuesto en el siglo VIII antes de nuestra era.
Schliemann, nacido el 6 de enero de 1822 en Alemania y fallecido el 26 de diciembre de 1890 en Nápoles, Italia, dejaba su legado en la historia de la arqueología universal. (Por: Adrián Álvarez y Yanko Hernández)