Cuando parecía que sí, que ahora se podría y que el Mundial de Béisbol U-23 era un sueño posible, los muchachos de Eddy Cajigal repitieron la fórmula de la derrota en el Campeonato Panamericano de Béisbol U-23, que signa el paso de los equipos Cuba en casi cualquier categoría del pasatiempo nacional.
Con la derrota ante Panamá, Cuba se despidió de las pretensiones mundialistas con marcador de 15 carreras por 11. A la cita beisbolera finalmente clasificaron Colombia y Venezuela por el grupo B, y Nicaragua y Puerto Rico por la llave A.
El camino de la clasificación en este certamen era cuesta arriba para los nuestros, pues la calidad del rival iría aumentando y las dos primeras victorias no podían dar paso a la confianza excesiva.
Entonces sobrevino la primera derrota, esta vez ante Colombia, que dejaba una sola posibilidad, vencer al siempre difícil elenco venezolano para continuar con las aspiraciones intactas de estar en la V Copa Mundial de Béisbol de esta categoría, que tendrá lugar en China el año próximo.
Y se logró. Fue la cuarta vez que Cuba y Venezuela se enfrentaron en torneos panamericanos sub-23. El saldo beneficia a los nuestros 3-1. En 2017 ganaron los venezolanos con pizarra de 2-0, en 2020 devolvimos su marcador en blanco (5-0) y en 2022 nos pusimos delante con 3-1.
En esta edición se logró una espectacular sonrisa de 10 anotaciones por cinco en ocho entradas de infarto, y un sorprendente desenlace de vuelta completa en las muñecas del granmense Guillermo García.
Lo que parecía casi imposible se logró, pues estaban frente al bronce en el Mundial de 2018 y campeones en 2021. La mejor ubicación de Cuba es el cuarto puesto en 2021 y en la pasada edición un décimo lugar.
Quedaba entonces otra gran misión, la estocada final, derrotar a Panamá y abrazar definitivamente el boleto al gigante asiático. Pero la cima, por mucho que se desee, parece estar vetada para el béisbol cubano.
Panamá puso de rodillas a los nuestros con una pizarra más que abultada y acabaron así las variantes de desempate, los cálculos y sobre todo las esperanzas. No podía ser de otra manera y puede que suene categórico pero, cuando cometes tantos errores estructurales, los dioses del béisbol te cobran de las maneras más humillantes.
El sub-23 es el futuro, la antesala de nuestras Series Nacionales, dejar a la mayoría de esos muchachos en casa el año entero, o en la banca del equipo grande durante casi todo el torneo doméstico, es una de las cuentas que se continuarán pagando.
Conservar el campeonato de la categoría, para mí, es más importante que una Liga Élite sin la calidad requerida para ese tipo de certámenes, y que no se tuvo en cuenta para elegir peloteros a eventos internacionales; al menos así ocurrió en la primera versión.
Si se trata de escoger qué priorizar por falta de recursos, pues desarrollar a quienes serán en poco tiempo los protagonistas de las series nacionales debería ser prioridad.
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