Todas las personas que llegan al Museo de Bomberos de Matanzas quieren pasar por la sala «5 de Agosto», que recoge la historia de la tragedia ocurrida en el verano anterior, cuando un rayo impactó el tanque número 52 en la Base de Supertanqueros.
Surgió en tributo a los 17 fallecidos en el incendio y también a todos los bomberos que estuvieron presentes y se mantienen en activo, y a quienes apoyaron: voluntarios, la Cruz Roja, el Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM), los transportistas, el Cupet, los médicos… la población en general, refiere Biolexi Ballester Quintana, directora de la institución.
Resultan más emotivas las piezas que se recogieron en el lugar del hecho después del peritaje -explica-, y tienen un deterioro palpable; la museografía incluye diferentes fotografías muy sugerentes, todas con un motivo, un porqué.
Tenemos pitones (boquillas) que pertenecían a las técnicas que allí desaparecieron; fragmentos de capa, de manguera, de equipamiento de bomberos, y paneles dedicados a la solidaridad nacional, la internacional, y a cómo los niños vieron el fenómeno, ejemplifica la historiadora.
Obras de arte integran los fondos, entre ellas el casco elaborado por José Manuel (Noly) Díaz que evoca «honor, disciplina y valor», lema de los bomberos; se conecta a la sala la ceremonia de las campanas que se realiza cada día 5 a las 5:00 de la tarde, después de una donación, en octubre último, del joven creador Jorge Yunior Gutiérrez Salomón.
Es toda una colección en crecimiento -sentencia Biolexi-, un espacio que esperamos sume mucho porque están los aportes de los familiares, de los amigos, las anécdotas, y todo constituye parte del homenaje eterno.
No es una oda al dolor la sala «5 de Agosto», aunque en ella los silencios se vuelven más profundos, pero en reverencia justa a lo mejor que se aviva en los seres humanos ante las realidades más tensas, las llamas más grandes, ante los peligros solo domados por el miedo a perder mucho más que la vida propia.
La Base de Supertanqueros se levanta
Los sistemas de tuberías conectados recientemente, que permiten operar sin dificultades los cuatro tanques de 50 mil metros cúbicos de capacidad cada uno, son muestras de que la Base de Supertanqueros de Matanzas resurge de sus cenizas.
Según lo explica Rigel Rodríguez Cubells, director de la local División Territorial de Comercialización de Combustibles, restablecer las conexiones para hacer circular el diésel y el crudo entre los depósitos y los muelles Uno y Dos fue una tarea priorizada en la segunda etapa, tras la recogida de escombros.
De 14 objetos de obra hoy se acometen tres, porque otros se encuentran en etapa de proyecto y aprobaciones técnicas, tal es el caso de la revisión del nuevo laboratorio y los talleres de mantenimiento, destruidos durante el siniestro.
Un nuevo tanque que estará listo en el año 2024 ya toma forma desde su base y, en paralelo, se acomete el movimiento de tierra de su obra civil, que implica modificaciones para mejorar la seguridad ante desastres, como los cubetos capaces de retener más combustible en caso de derrame.
A decir de Rigel Cubells, contarán con un nuevo sistema de pararrayos, aprobado por la Agencia de Protección Contra Incendios y el Cuerpo de Bomberos, el cual constará de torres capaces de disipar la descarga eléctrica en la altura sin que llegue a los depósitos de combustible.
Hace menos de un mes concluyó un estudio de riesgo realizado junto a los compañeros de Petróleos de Venezuela (PDVSA), y ellos plantearon que nuestro sistema contra incendios es robusto, alega el director, quien señaló también la asesoría de expertos de México, Irán y Rusia en la recuperación.
Liber Eduardo Sams Toledo, jefe de inversiones, comenta que son suficientes hoy los niveles de agua disponibles para ofrecer una rápida respuesta ante posibles incendios, de acuerdo con los requerimientos internacionalmente establecidos.
No obstante, refiere, Recursos Hidráulicos ejecuta una inversión para aumentar el suministro del líquido hacia toda la zona industrial de la ciudad de Matanzas, sin afectar los volúmenes destinados a la población y a la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras.
De igual manera, otras inversiones previstas permitirán en caso de emergencia bombear agua de mar y recuperar así el sistema en el menor tiempo posible, además del montaje de una planta desalinizadora para que la instalación tenga autonomía en cuanto a la disponibilidad.
Nuevos comienzos
Antes, Lucía Lazo Valdivia, una de las damnificadas por el incendio, apenas contaba con espacio sin amparo de la ley, y ahora avanza en los trámites para adquirir la propiedad de uno de los inmuebles construidos en la zona del Álvaro Reynoso, en las afueras de la ciudad.
De acuerdo con autoridades del Gobierno y la dirección territorial de Vivienda en Matanzas, a partir del inicio de la recuperación tras el siniestro, se dispuso la construcción de 26 inmuebles destinados a cada una de las familias afectadas.
Las casas, de sistema constructivo Sandino, cuentan la mayoría con facilidad progresiva (que pueden ser ampliadas y modificadas), con piso de gres cerámico, mesetas enchapadas y lavadero exterior, y se ubican en un área de desarrollo en las afueras de la urbe cabecera, zona en vías de urbanización.
Moraima Pichillí, una de las afectadas, coincidió en que la adquisición de viviendas puede representar un nuevo comienzo para familias que vivieron días difíciles en el verano precedente y ahora tienen la posibilidad de labrarse un futuro mejor.
Tras el incendio en la zona industrial, ocho de las familias con mayores daños materiales se trasladaron hacia una facilidad temporal, y se beneficiaron como el resto de ellas con artículos de primera necesidad, y otros recursos para mitigar las cuantiosas pérdidas que sufrieron.
Lucía Lazo Valdivia, otra de las beneficiadas con un inmueble, alertó, sin embargo, sobre la necesidad de recuperar cuanto antes algunos de los equipos electrodomésticos que perdió durante el siniestro y el Gobierno debe reponer, especialmente el televisor, para poder disfrutar mejor de la estancia en la nueva morada.
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Aunque se deben resolver aún algunos detalles de índole constructivo, ella se siente agradecida con la casa que le otorgaron de forma gratuita, un hogar que realmente luce confortable, y la ama de casa de 51 años de edad valora ya, la posibilidad de conseguir empleo en un centro laboral cercano.
Mucho se perdió entre las llamas del que trascendió como el mayor desastre tecnológico de origen natural en Cuba, pero no la voluntad de sobreponerse al dolor, reconstruir, y mantener viva la memoria. (Roberto Jesús Hernández, John Vila Acosta y Yenli Lemus Domínguez, ACN)
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