El sábado 30 de junio de 1956 llegó a la ciudad de Matanzas el Presidente de la República Fulgencio Batista, para inaugurar varias obras constructivas. En la mañana del propio día, el presidente inauguraba la escuela primaria Eusebio Guiteras y de ahí se trasladaba al edificio de la oficina provincial de Obras Públicas, en la Calzada de San Luis. Aquí recibiría la condición de Huésped de Honor.
Para el acto, frente al inmueble, bajo el sol, se montaron mesas con manteles y bastante pan con lechón ¡gratis para la ocasión! Cuando los asistentes al acto degustaron aquellos panes, sucedió lo indescriptible. Se generalizó un mal de estómago con diarreas incontrolables. Cundió la alarma por la ciudad y fue movilizada la Cruz Roja. Entre los afectados estaba Fidel Barreto, Ministro de Agricultura. En total, según plasma El Imparcial del 2 de julio, acudieron a centros asistenciales más de mil 300 afectados; sin contabilizar un grupo atendido en el hospital de Colón.
Prestaron servicios las clínicas yumurinas Moderna, Villar, Matanzas, Militar, Centro Médico, Colonia Española, Instituto de Homicultura, Hospital Civil, Fundación Infantil y Centro de Socorro. Estas dos últimas con más de 300 y de 500 pacientes, respectivamente. Finalmente, las autoridades sanitarias informaban que solo 300 eran víctimas del mal estomacal, y que los restantes habían acudido por el temor generalizado.
Residuos del pan con cerdo asado fueron enviados a laboratorios, como el del Regimiento 4 “Plácido”. El 3 de julio se confirmaba la presencia de gérmenes patógenos muy virulentos en la carne, motivado por su prolongada exposición a la intemperie, horas después de cocinada.
El ingenio y la picardía popular no se hicieron esperar. Días después circulaban ilustrativas décimas, de las que rescatamos los siguientes fragmentos: “Matanzas ciudad natal / hoy la historia te recuerda / porque le brindaron mier.…/ en abundancia al general / Como era su ideal / lo digo sin un desliz / en la Calzada de San Luis / desde el puente a San Fernando / lleno de gente cagan…/ Y se sentían feliz”.
(Por: Adrián Álvarez Chávez)
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