Cada 7 de diciembre Cuba rinde homenaje a sus héroes

El 7 de diciembre de 1896 cayó en combate en Punta Brava el Lugarteniente General Antonio Maceo, y junto a él su ayudante Panchito Gómez Toro, cuando ya había culminado la invasión del Ejército Libertador que llevó la guerra desde Oriente hasta los confines de Pinar del Río, derrotando a su paso cuantas fuerzas hispanas se le opusieron y burlando las trochas con que España pensaba evitar su avance.

Hay numerosas anécdotas que ilustran la grandeza y el coraje del insigne patriota, quien en el occidente del país durante la guerra iniciada en 1895, organizó una red de agentes al servicio de la causa revolucionaria. De ese modo pudo penetrar el despacho del Capitán General Valeriano Weyler y conocer secretos militares del ejército español.

Reconocido como singular estratega militar, se distinguía a la vez por sus modales, su trato comedido y cortés en todos los momentos y circunstancias.

Era el mismo para sus iguales en jerarquía, que para sus subalternos, lo cual da la medida de su sencillez. Nunca tenía una estridencia, ni una frase mal sonante, y cuando reprendía lo hacía en voz baja y pausadamente, como para ser oído solamente por la persona a la que amonestaba.

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Fue el Apóstol José Martí el contemporáneo del Titán de Bronce que más profundamente supo aquilatarlo en toda su magnitud cuando dijo: “Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. (…) Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo.(…)” y al considerar que el sentimiento independentista fue salvado por Maceo en su Protesta de Baraguá en 1878, que estimó “entre lo más glorioso de nuestra historia”.

En el ideal de Maceo también el antiimperialismo estuvo muy claro, como lo demostró ante un interlocutor que vislumbró como loable la anexión y le contestó: «Creo, joven, aunque me parece imposible, que éste sería el único caso en el que tal vez estaría yo al lado de los españoles» y le escribió a un amigo: “Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”.

Y a pesar de estar lejos de lograr la independencia de su Patria, igualmente patentizó su sentimiento internacionalista el 6 de junio de 1884 en carta al patriota cubano Anselmo Valdés:»…Cuando Cuba sea independiente solicitaré permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América».

En 1989, tras haber transcurrido 93 años de su caída en combate, el Lugarteniente General fue recordado de una forma muy especial al iniciarse la tradición de conmemorar la fecha también como Día de los caídos en las guerras de independencia y misiones internacionalistas.

Ese día culminó la Operación Tributo, que trasladó hacia Cuba desde Angola, Etiopía, Nicaragua y otros escenarios, los restos de los combatientes cubanos caídos en esas tierras, quienes fueron exhumados de forma simultánea en los municipios del país de donde un día salieron a cumplir con su deber.

Ni el azar, ni un simple montaje de fechas unieron para siempre el legado del Titán de Bronce y el internacionalismo de la historia más reciente de la Revolución cubana, la que al decir de Fidel en su discurso por el Centenario de la Guerra de los Diez Años, solo fue una, la iniciada el 10 de octubre de 1868 por Carlos Manuel de Céspedes en el alzamiento en Demajagua.

El 7 de diciembre de 1989 el contexto internacional, estaba marcado por la desaparición del socialismo europeo y de la URSS, que significó una especie de nuevo Pacto del Zanjón, pero esta vez a escala mundial ante las fuerzas dominantes del imperialismo yanqui.

Se hizo patente entonces el legado del Titán de Bronce, muy presente en el pueblo cubano continuador del espíritu de Baraguá, que tampoco bajó las banderas de lucha.

Ese día, el Líder Histórico de la Revolución, Fidel Castro, expresó al referirse a aquellos nuevos mambises: “Ellos murieron por el internacionalismo. Ellos murieron por el Socialismo. Ellos murieron por la Patria revolucionaria y digna que es hoy Cuba. ¡Sabremos ser capaces de seguir su ejemplo! Para ellos ¡Gloria Eterna!». (Por: Jorge Wejebe Cobo/ACN).

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