Los peligros de la madrugada

Retomo un tema del que escribí hace muchísimo tiempo. Reconozco que en aquel momento se intentó un poco cambiar la situación. Luego todo siguió igual, si bien hechos como el ocurrido en fecha bastante reciente, en el paseo cultural Narváez, confirman los peligros a que se enfrentan los adolescentes mientras permanecen fuera de casa a altas horas de la madrugada.

Cuando la noticia circuló por las redes sociales, no faltaron comentarios culpando a la familia del chico; sin embargo, más allá de la responsabilidad que toca al hogar en el cuidado de muchachas y muchachos, incide sobremanera el hecho de que las actividades festivas a las que pueden y les gusta asistir suelen comenzar cuando las manecillas del reloj, por lo general, sobrepasan las diez de la noche.

Ese es el horario en que, por ejemplo, tienden a presentarse las agrupaciones musicales, incluso, tratándose de espacios abiertos. Ello conlleva a que se extiendan hasta la madrugada y lo mismo hembras que varones transgredan el tiempo concedido en casa para divertirse, pues además de parecerles corto ese lapso y de no querer perderse ni un detalle, a esa edad casi ninguno tiene la percepción de que le pasará algo malo.

Los progenitores se encuentran, entonces, ante una enorme disyuntiva. De un lado, intentan convencerlos de los peligros a los que se exponen; por el otro, temen ser demasiado sobreprotectores y admiten que salir hasta tarde en la noche representa para ellos una forma de vivir a plenitud esa etapa y de sentirse independientes, pues, sin lugar a dudas, la nocturnidad los seduce.

De tal modo, salen, a mi parecer, la mayoría de las veces acompañados; pero no se limitan a permanecer en lugares cercanos. Sin pensarlo dos veces y sin tener en cuenta si disponen de transporte o no, acuden a sitios lejanos donde nadie los conoce.

¿Qué hace un adolescente en la calle de madrugada? La interrogante de no pocos adultos pudiera hallar disímiles respuestas. Los he visto pasar por el frente de mi casa gritando, ebrios, fumando, cantando a viva voz y hasta riñendo entre ellos; actitudes que entorpecen la tranquilidad citadina. Los he visto, inclusive, amanecer en la calle en esas condiciones.

Si bien los padres deben ejercer control sobre sus hijos, muy diferente fuera si las actividades iniciarán apenas comienza la noche. Y en ello vale el esfuerzo de todas las partes: los organismos encargados de proporcionarles distracción —las que, por cierto, debieran incrementarse—, las instituciones que se alquilan para dicho fin, y hasta las propias familias, pues este grupo de edades asiste con frecuencia a fiestas de 15 o “descarguitas” organizadas por ellas mismas.

Un ejemplo positivo a mi modo de ver es la jornada que dedican la mipyme Detalles Lleonart SRL y Artex en la piscina Brisas del Mar a los integrantes de la FEEM cada miércoles, desde las 7:00 p. m. hasta las 11:00 p. m. Chicas y chicos disfrutan de lo lindo hasta ese momento en que no les queda otra que retornar a su casa. Sucede que cuando de divertirse unas horas se trata, da igual antes que después.

(Caricatura por Miguel Morales Madrigal )

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1 Comment

  1. Lo cierto aunque parezca algo pasado de moda para aquello que piensan de otra forma, no es posible que un niño de 11, 12, 13, 14, y hasta 15 años para quedarme corta este hasta altas horas de la madruga, y mucho menos bebiendo como un adulto o fumando, y no podemos hecharle la culpa al tiempo los tiempos son los mismos, lo que ha cambiado es la forma de educar y exigir respeto, sobre todo. Realmente las autorridades competentes cuando ven a alguien de esas edades sin sus padres en la calle fuera de un horario establecido deberia tomar medidas, para que no esten en la calle.

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