Diciembre, mes del año asaltado por múltiples imágenes en movimiento de nuestra América. Sí, hablamos del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que tendrá por estos días, del 8 al 17, su sede habitual en La Habana.
Años atrás los matanceros también nos entusiasmábamos con ese añorado acontecer fílmico, cuando éramos subsede (la principal del país) y el Velasco acogía también las muestras de estreno del certamen, hasta que ese cine-teatro comenzó a padecer en su gran salón, incluidos los pasillos, la ausencia de un público que apreciara lo más relevante del quehacer cinematográfico del área.
Ello se debe a la paulatina pero constante eliminación de su programación festivalera. En los últimos años (alrededor de 10) solo se proyectaban filmes de ediciones anteriores, y eso provocó la también progresiva falta de espectadores.
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Ya antes se nos había retirado la posibilidad de entregar nuestro prestigioso Premio Vigía a la Mejor Película exhibida en esta subsede. Galardón que gozó de admiración por parte de los cineastas laureados en el certamen, porque el Vigía que entregaba el jurado matancero, integrado entre otros por los profesores Luis Espino García, Jorge Jiménez, Carlos Manuel Deus o el Dr. Cristóbal Mesa, mediante exhaustivo análisis, coincidía con posterioridad con el Coral en La Habana. Nuestro Premio era una obra de arte —diferente en cada edición—, realizada desde sus inicios por el escultor Agustín Drake, consistente en una pieza pirograbada sobre piel, o un artificioso equipo de proyección, portador del nombre de la cinta premiada.
Desde hace tiempo muchos matanceros añoramos ver buenas películas en la casi desértica sala cinematográfica Velasco, donde en la actualidad, en alguna que otra ocasión, se exhibe un filme; pero mayormente se presentan actividades circenses. En todo ello incide la carencia de un proyector, moderno por supuesto, para poder exponer los largometrajes, cuya nueva tecnología permita la proyección en los exigentes formatos en que estos están filmados.
Precisamente, este es el mes en que esa sala arribará a su aniversario 109 (según trabajo investigativo realizado por el fallecido colega Reynaldo González Villalonga, el Velasco fue inaugurado en diciembre de 1914). Mientras que, acorde a una crónica del periodista Ciro Bianchi, de Juventud Rebelde, en la capital solo quedaba la estructura centenaria de dos o tres locales de ese perfil, pero ninguno en activo como se estuvo manteniendo nuestro Velasco, en progresivo estado de disolvencia, término técnico para indicar que una escena en pantalla va perdiendo su lucidez, su vigor, y se va apagando poco a poco hasta desaparecer.
Recordemos que el cine es cultura, sociedad, historia, política, geografía, ciencia; es conocimiento, no solo entretenimiento. (Por Fernando Valdés Fré)