Como parte de la amplia jornada de celebraciones con motivo de la Jornada por la Cultura Cubana, los prestigiosos artistas Manuel Hernández y Osmany Betancourt recibieron sendos homenajes por sus aportes indiscutibles al desarrollo cultural y artístico de la urbe.
De Manuel Hernández no alcanzarían las palabras que sirvieran de alegato para la entrega del reconocimiento. Se trata de los pocos intelectuales cubanos que conservan entre sus inmuebles premios, dos nacionales: el del Humor y el de Periodismo José Martí.
Con un vasta obra como caricatura, sus creaciones forman parte de importantes colecciones privadas y en su haber destacan además, exposiciones en diversas regiones del mundo.
Con dominio absoluto de la fina ironía, supo reflejar aspectos acuciantes de la sociedad cubana, con la misma fuerza discursiva con la cual abordó temáticas de política internacional.
Durante décadas los principales medios de prensa del país se prestigiaron con su quehacer.
Su obra plástica también ha sentado cátedra con sus guajiros de rostro bonachón y optimista, que tanto nos seducen los mismo desde un lienzo que una pieza de cerámica.
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«¿Quién no posee una pieza de Manuel?», inquirió Yosbel Marrero, director provincial de Cultura en Matanzas, al tomar la palabra durante el agasajo.
Sobre la figura de Osmany Betancourt, conocido internacionalmente como Lolo, también recayeron palabras de elogio al dedicar su vida a convertir a la Matanzas en una ciudad artística.
Para ello ha emplazado en importantes arterias de la ciudad inquietantes y hermosísimas esculturas que además de embellecer el entorno citadino, nos invitan a pensar y dialogar con la pieza, más allá de la simple contemplación de la obra.
Para fortuna de los matanceros quiso la vida que «estos dos bestias del arte», como les definió la curadora Helga Montalván, se unieran un día para bien de la cultura.
Desde entonces el Taller del Lolo se ha convertido en espacio donde se han fraguado tantos proyectos que han transformado la urbe, que además de los ríos y los puentes, puede presumir de contar con Manuel y el Lolo.
Ese sitio a orillas del San Juan aparece en catálogos de todo el mundo, y se ha convertido en un recinto de visita obligada para los amantes del buen arte, tanto de Cuba, como del resto del mundo.
Cada día hasta allí se llegan turistas de disímiles nacionalidades con el deseo de adquirir una pieza, conservando así un pedacito de La Atenas de Cuba, y eso, como lo destacó Antonio Enrique Marrero, presidente de la ACAA en Matanzas, es obra de esos dos batalladores del arte.
Marrero se refirió también al taller como cátedra de formación por donde han pasado generaciones de artistas.
» Aquí también se defiende ese sentimiento que llaman matanceridad».
La velada culminó con la interpretación del piquete de Jazz que dirige Miguel Ángel Rodríguez, conocido en el mundo artístico como Miguelón.