Tras más de dos años del azote de la Covid-19, las marionetas de Cuba volvieron para alegrar la infancia de nuestros niños. Y aunque fue breve, por primera vez después de tanto tiempo, el Festitaller Internacional de Títeres (Festitim) volvió a Matanzas; y con él una nueva etapa para los más pequeños.
El teatro Sauto, las salas Papalote, el retablo Pepe Camejo, El Mirón Cubano, el Museo Farmacéutico, el Parque de La Libertad y el Patio Vagos Rumores, de la Casa de la Memoria Escénica, fueron algunos de los escenarios más concurridos de la semana y los que más aplausos y sonrisas inocentes recibieron.
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Festitaller de títeres sobre la escena de Matanzas
Cada uno de estos lugares sintió la alegría de pequeños y no tan pequeños que no conocían este noble arte y demostraron en sus tablas el valor de la identidad, la memoria, la diversidad y el medioambiente; así como la necesidad de brindarle a los más chicos este tipo de actividades, pues ellos han sido los más afectados a causa del aislamiento.
El fin de la decimocuarta edición de la fiesta más grande de los retablos cubanos de Matanzas, este 22 de mayo y las expectativas dejadas en el público que presenció tal evento son el combustible que necesita el teatro titiritero matancero, el guiñol que nunca va a morir. (Lisbeth Marrero Roque, estudiante de Periodismo)