Alfonso Llorens Caamaño es uno de los más destacados paisajistas no solo de Matanzas, sino de Cuba. Sus obras así lo patentizan y, unido a la calidad de sus cuadros, indisolublemente está presente su sensibilidad humana.
A sus 86 años de edad, con mucha imaginación y pulso seguro, el Alfonsito Llorens padre (tiene un hijo cantante, de igual nombre), afirma que continuará hasta que la vida y la vista se lo permitan.
Hombre de una gran sensibilidad humana, preocupado y ocupado por los suyos, con magníficas relaciones de amistad con sus vecinos es un revolucionario de probada estirpe, quien ha realizado frecuentes donaciones de cuadros a instituciones y, destaca, en su perfil humanista, las donaciones monetarias al sector de la Salud, y a las MTT, al respecto, conserva con celo, una carta de reconocimiento del General de Ejército Raúl Castro.
Sencillo, humilde, ajeno a la popularidad y reconocimiento que su profesión le ha propiciado, este destacado pintor continúa siendo el mismo de siempre: buen conversador, servicial, atento, leal a sus principios.
—Hagamos un poco de historia acerca de su vida. Los años en que inició su etapa laboral, en la década de los años 50.
—Nací el 7 de mayo del año 1936, en esta ciudad. Solo estudié hasta el 5to. grado, pues la necesidad económica del hogar me obligó a trabajar, con apenas 12, y me hice barbero.
“Subía a los barcos atracados en el puerto yumurino para pelar a la marinería que, en muchas ocasiones, me pagaban con cajetillas de cigarrillos norteamericanos, como Chester Field y otras conocidas marcas de la época, que después vendía y, con ese poco dinero, llevaba comida a la casa”.
—¿Cuándo y por qué se produjo su salida de Cuba?
—Imagínate, la situación imperante en el país: desempleo, prostitución, drogas, desatención médica, entre otros males, me obligaron a buscar mejoras económicas fuera de Cuba, así que partí hacia Estados Unidos, en 1957.
“También trabajé como barbero en Miami, Orlando y en la ciudad de New York, donde permanecí alrededor de tres años. Mi regreso a la Isla se produjo en 1962. Mi hijo Alfonsito por poco nace allá, pero su madre y yo quisimos que fuera aquí, varios meses después de nuestra vuelta.
—Ya en Cuba, ¿cómo se desenvolvió su vida?
—Al regresar al país, en 1962, me facilitaron un apartamento en el edificio Focsa, en La Habana. Déjeme decirle que conmigo vinieron muchos repatriados. Logré, a través del Icap, una permuta para Matanzas, para estar junto a mis viejos.
“Encontré colocación en la barbería situada frente al Parque de La Libertad, al lado del hotel Louvre. Por esa época se creó en esta ciudad un grupo lírico, y me incorporé a ese colectivo, como cantante.
“Trabajé en Habana que vuelve, Rosa la china, Los gavilanes… Ya me había divorciado de Gladys Betancourt. Después de mi estancia en el Lírico, me desempeñé como subdirector del Teatro Sauto. Así fue como conocí a Gladys Fraga, fundadora de la TV en Cuba, en el año 1953. Ella se presentaba en el espacio Álbum de Cuba, junto a Esther Borja.
“Lo mío con Gladys resultó amor a primera vista. Establecimos relaciones y nos casamos. Tuvimos dos hijas: Roxana y Laura”.
—¿Cuándo comenzó a tener interés por la pintura artística, como creador?
—El primer contacto que tuve con la pintura fue por medio del artista de la plástica Félix Casas Lima. Como yo vivía cerca de él, nos veíamos con frecuencia, además, porque yo lo pelaba. Nuestra amistad se fue enraizando a través del tiempo.
“Casas Lima me daba clases teóricas sobre pintura, pues se daba cuenta de mi interés por aprender cada vez más sobre ese quehacer artístico. Salíamos cada atardecer a captar la esencia del paisaje yumurino y, no daban trazos sobre el lienzo, sino que realizaban, cada uno de ellos, bocetos que después estampaban a mayor tamaño en las telas que absorben las pinceladas de colores, los que a su vez, iban conformando imágenes de una gran belleza”.
—¿Ha sido autodidacta?
—El propio Felito se asombraba al ver mis adelantos en los cuadros que pintaba, pues yo era autodidacta. Él influyó en mí como el paisajista que era. Debido a ello, me atrapó el paisajismo”.
—¿Qué colores prefiere utilizar?
—Los colores cálidos: rojo, amarillo, verde y también el azul.
—¿Aborda o abordará otros tipos de temas?
—Quiero pintar cosas abstractas, eróticas también. Dentro de una pintura abstracta se puede incorporar, asimismo, elementos eróticos, apuntó con pleno convencimiento este admirado artista de la plástica.
—¿Visitas profesionales a otros países?
—Colombia y Rusia, pocas, porque en realidad yo donaba las pinturas.
—Ha expuesto sus lienzos en exposiciones personales. ¿Cuál considera su mejor obra?
—Sí, en las galerías situadas en Varadero. Casi todas sus instalaciones hoteleras poseen cuadros míos.
”La que considero mi mejor obra es una que está en el hotel Meliá Varadero, que representa un paisaje idílico campestre cubano”.
—Entre sus proyectos futuros, ¿cuál o cuáles tiene en mente?
—Quiero realizar una exposición abstracta-erótica, de 10 cuadros, para exhibirla en la galería Pedro Esquerré.
“Añadió que su hija Roxana, la cual vive en el exterior, también se dedica a la pintura, al paisajismo. Padre amoroso, siempre preocupado por el bienestar de sus hijos, aunque sean adultos, cada uno con su futuro asegurado, pero aun así él insiste en atenderlos, estén donde estén. Soy un abuelo muy feliz, pues tengo cuatro nietos: dos de Alfonsito, uno de Roxana y el otro de Laura”.
—¿Se siente satisfecho con lo realizado hasta ahora?
—Sí. Provengo de una familia muy pobre, considero que he sido un beneficiado, porque he viajado y conocido a personas de otras latitudes.
“Cordial, seguro de sí mismo, con una loable entereza de espíritu, pincel en mano nos despedimos de él, con la seguridad de que apreciaremos nuevas propuestas de quien está absolutamente convencido de que la poética atmósfera matancera lo alienta para continuar pintando sus pintorescos paisajes”. (Fernando Valdés Fré)
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