Injusticia contra la inocencia (+Video)

“Cuando la gloria a esta estrecha mansión nos arrebata, el espíritu crece, el cielo se abre, el mundo se dilata y en medio de los mundos se amanece.”

                                                                                                         José Martí

El 27 de noviembre de 1871 fue la última ocasión en que vieron la luz del día ocho jóvenes que apenas comenzaban a vivir. Sus edades, entre los 16 y 21 años, los sitiaban, de hecho, del lado de los inocentes. 

El supuesto delito, que pagaban con el más preciado don, fue el de profanar la bóveda de Gonzalo de Castañón, un periodista español. Y a pesar de las defensas de quienes no podían permitir el suceso, los asesinaron de rodillas y de espaldas, de dos en dos, y luego los enterraron en una fosa rústica, sin identificación, para que los padres no pudieran llorarlos.

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Desmedido, ilimitado, cruel, fue el ensañamiento contra los estudiantes de Medicina.  Anacleto Bermúdez, Ángel Laborde, Pascual Rodríguez, Alonso Álvarez de la Campa, José de Marcos Medina, Carlos Verdugo, Carlos A. de la Torre, y Eladio González fueron las víctimas del horrendo crimen cometido por la colonia. Sus nombres se incorporaron a las páginas más tristes, pero dignas de Cuba.

En otras partes del mundo resonó también el injusto suceso. La primera conmemoración del fusilamiento tuvo lugar en Madrid, el 27 de noviembre de 1872, donde circuló una hoja impresa que denunciaba el crimen.

En 1887, por iniciativa de Fermín Valdés Domínguez, se exhumaron los restos de los estudiantes y se colocaron en una caja de plomo, soldada por seis lados, en presencia del notario.

De manera provisional se depositó en el panteón de la familia Álvarez de la Campa, mientras se procedía a la construcción del mausoleo donde reposarían definitivamente.

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