Conversé con Camilo Cienfuegos un día de carnaval en julio del año 1959, en lo que hoy constituye la escuela secundaria de Varadero Martin Klein, que era entonces el cuartel; me pareció una persona muy natural, alegre, muy de pueblo, rememoró Gladys Pérez, historiadora cubana.
Me lo presentó uno de los integrantes de su tropa, el teniente Román Herrera; sobre todo habló de sus hombres, que los admiraba mucho. Resaltaba que a pesar de ser tan jóvenes eran capaces de responder a lo que necesitaba el país, él confiaba mucho en sus hombres, comentó la profesora.
Siempre se estaba riendo, defendía mucho a todos los que estaban a su alrededor, se mostraba muy complacido de conocer a quien se acercara a él y eso me impresionó, por su naturalidad, declaró la vicepresidenta de la Sociedad Cultural José Martí en la provincia de Matanzas.
Yo lo vi pasar en enero por la ciudad, los jóvenes les pedíamos a los rebeldes balitas y collares de Santa Juana; después lo vi en la calzada de Tirry, cuando venía en su caballo blanco con la caballería campesina en saludo al 26 de Julio, rememoró.
Pero lo más impresionante fue cuando se conoció que Camilo había desaparecido -resaltó-, fue muy impactante para todo el pueblo de Cuba, tanto que muchas muchachas nos vestimos de luto y los muchachos se pusieron lazos negros, porque fue como la pérdida de un familiar.
Los adolescentes del año 1959 sentimos mucho la desaparición física de Camilo Cienfuegos – aseguró Gladys-, ahora tengo 77 años y nunca lo olvidaré.