Por segundo año consecutivo, una de las barriadas más humildes de la ciudad de Matanzas acogió la procesión a la Virgen de los Portuarios, también conocida como Yemayá o Virgen de Regla, en una tradición cultural centenaria rescatada por la Oficina del Conservador de la Ciudad como parte del proyecto Piedad y Religiosidad Popular.
Luego de más de seis décadas sin celebrarse esta ceremonia, la importante institución cultural liderada por Leonel Pérez Orozco, se dio a la tarea de revitalizarla, dando continuidad a una práctica que durante más de 150 años formó parte de la vida de los pobladores de La Marina, donde habitaban muchos estibadores y trabajadores del puerto, quienes rendían homenaje a esta deidad, deviniendo en su Patrona y Protectora de la bahía.
Este domingo 7 de septiembre, los pobladores se reencontraron con su Virgen de Regla, en un trayecto signado por el respeto y el cariño que cientos de yumurinos profesaron hacia la imagen de una de las principales deidades del Panteón Yorubá.
A su paso por varias arterias populosas de la zona baja de Matanzas, los fieles entonaron los cantos ceremoniales al ritmo de los tambores de fundamento.








La marcha avanzó y los vecinos saludaban la procesión donde seguramente más de uno realizó su petición por el bien de los suyos y de la nación.
Los bailes y cánticos religiosos se adueñaron de las calles Daoiz y Manzano, en busca de las aguas de la bahía al tratarse de la Reina del mar.
Si bien en muchas ciudades del país donde predominan practicantes de religiones afrocubanas se le rinde tributo a esta deidad, solo en Matanzas la procesión incluye navegar la bahía, según explicara Pérez Orozco en una entrevista a este medio.
En el pasado, la Virgen de los Portuarios surcaba estas aguas para bendecir a los yumurinos. Los cantos evocadores acompañados de los tambores batá no cesaron un instante, entremezclándose con el sonido de las olas que golpeaban las embarcaciones.
En un punto de la rada, la comitiva que le acompañó durante el extenso recorrido depositó las ofrendas al mar, desde donde esta importante deidad, según aseguran los fieles, rige los destinos de los hijos de una urbe que la reverencia con cariño y adoración.
