Embarcación de pescadores zozobra tras encuentro con un ¿tiburón?

Embarcación de pescadores zozobra tras encuentro con un tiburón
Hasta este momento, los pescadores Alexander y Jorge Luis no logran atestiguar con seguridad cuál especie les golpeó. Fotos del autor

Por un momento Alexander Fernández pensó que aquel martes, mientras atardecía, sería una buena jornada de pesca. El sol ya comenzaba a declinar por una de las cumbres de la ciudad y desde la bahía su embarcación tenía una posición ventajosa para la captura del bonito.

Su compinche de pesquería Jorge Luis Ceballos iba con él, como en otras tantas ocasiones. En un punto de la rada yumurina, cercanos a la Boya Roja, localizaron las primeras señales de un cardumen.

Varios botes se divisaban a cierta distancia, lo que auguraba que se hallaban en el lugar correcto. En un primer instante, el asomo inofensivo de toninas con sus crías no les produjo preocupación alguna. Solo pensaban en lanzar los curricanes con prontitud nada más aparecieran las primeras manchas de peces. Lejos estaban de imaginar el día aciago que les aguardaba.

***

La tarde avanza y “enganchan” los primeros bonitos. Suben uno, logran capturar el segundo y, cuando el tercero saltaba frenéticamente sobre el entablado, de improviso, Alexander pierde el equilibrio ante un movimiento brusco de la lancha. “Fue como un golpe seco, un empujón”, recordará días después, con cierto tono de chanza, que nada tiene que ver con el terror que seguramente se le dibujó en el rostro al notar un orificio de unos 20 centímetros en el fondo del bote.

Captura de un video tomado durante su rescate

“¡Jorge, esto se hunde! ¡Nos atacó un tiburón!”, cree Alexander que esas fueron sus palabras, a la vez que colocaba una colcha en aquel orificio por donde burbujeaba el agua.

El esfuerzo no valió de mucho. Con una cubeta intentó extraer el agua que con fuerza inusitada se introducía en su lancha, como si de un manantial se tratara; pero a los pocos segundos ya le alcanzaba más arriba de los tobillos.

Con cierta desesperación intentó comunicarse con el Puesto de Guardafronteras, con su base de pesca, mientras Jorge Luis hacía señas de auxilio a una embarcación cercana. Trataron de asegurar los avíos de pesca junto a otros equipos que permanecían en el interior del bote. No saben en qué momento exactamente quedaron con los cuerpos sumergidos, mientras intentaban, infructuosamente, sostener la lancha por estribor.

Ante el irremediable hundimiento seguro los dos pescadores pensaron en aquella silueta oscura que lograron divisar apenas sintieron el golpe. “Si fue un tiburón y regresa, estamos jodidos”, pensó para sus adentros Alexander, quien nunca había experimentado una situación similar. Junto al temor, sintió un dolor profundo en el alma ante la posibilidad de perder su barco y, con él, su sustento.

Fue entonces cuando llegó la primera embarcación al rescate. “Me hundo, me hundo, tírame la soga”, alcanzó a gritarle a los pescadores que venían en su auxilio. Con ella amarraría la embarcación.

Lograron subir a bordo los avíos de pesca y parte del equipamiento. Ambos hombres permanecían asidos al bote en un intento baldío por evitar el hundimiento. Alexander sostenía la popa, que apenas se lograba ver a flor de agua. Finalmente “la lancha se bordeó de un lado, de otro, la punta emergió bruscamente y se hundió”.

Captura de un video tomado durante su rescate

Aquella escena apenas duró unos 10 minutos, pero para los náufragos representó una eternidad. Tras intensas brazadas lograron aproximarse a la embarcación que había llegado en su auxilio. Su lancha, en cambio, yacía a 10 brazas de profundidad.

Una vez sanos y salvos, comenzaría la compleja operación, según explica Alexander, de extraer el bote del fondo marino. Primero localizaron a varios buzos para sujetar la lancha con sogas. La llegada de cinco embarcaciones permitió sacarla a la superficie y luego remolcarla hasta la orilla más próxima. La maniobra fue exitosa. Se dirigieron a la playa Los Pinos, hasta el traslado definitivo a la base de pesca Luis Salgado, en el río San Juan.

***

Captura de un video tomado durante su rescate

Los hombres de mar pertenecen a una especie de cofradía donde prima el compañerismo y la hermandad, valores que uno creyera en desuso. 

Yuniel fue el primer pescador en llegar al lugar del accidente, ubicado a poca distancia de la Boya Roja. Ante el llamado de auxilio, otras cuatro embarcaciones se olvidaron de la “arribazón” del bonito para socorrer a sus compañeros.

Cuando la lancha navegaba como guerrero herido por las tranquilas aguas del río, las miradas de los marineros, más que de pena y compasión, eran de apoyo y respaldo. Todo marinero entiende que con tan solo echarse a la mar ya se está a merced de cualquier percance, desde el azote de una tormenta hasta la embestida de un gran pez, por eso siempre estarán dispuestos, cual sagrado mandamiento, a brindar auxilio a quien lo necesite.

***

Hasta este momento, ni Alexander ni Jorge Luis logran atestiguar con seguridad cuál especie les golpeó. Suponen que fue un tiburón azul, o tal vez hasta una tonina celosa de su cría. Sí pudieron distinguir una silueta oscura alejándose del bote tras el impacto, divisaron hasta una aleta, pero nunca sabrán con exactitud qué especie de tiburón los atacó. Y les queda la duda de si se trató realmente de un escualo.

“Sí tenía la fuerza suficiente para provocar semejante boquete”, comenta Alexander, mientras agrega que las tablas eran gruesas y nuevas.

Foto del autor

Una semana tomaron las reparaciones, para felizmente regresar a las labores de pesca. El primer día reconoce que sintió cierto recelo, estando sobre aviso más de lo habitual. Con las semanas ha recuperado la seguridad y ya se adentra a zonas profundas en busca de mejores capturas. Mas, nunca olvidará aquel encontronazo nefasto con el gran pez que le demostró lo vulnerables que pueden ser un hombre y su bote en el mar.

Recomendado para usted

Foto del avatar

Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *