La cabeza intranquila de Ulises

La cabeza intranquila de Ulises. Foto: Boris Luis Alonso

Ulises Rodríguez Febles no es un escritor ni un poeta, mucho menos un dramaturgo. Es un cuentacuentos, un simple hacedor de historias, el pariente cercano del guajiro inventor que afirmaba haber visto la luna salir del río o haber pescado una vaca con ojos de pez.

No es un artista ni un letrado, ni siquiera se le puede asignar el dudoso cargo de intelectual. Si acaso, sería comparable a ese amigo del Servicio Militar que aligeraba las guardias, contando las películas que había visto con tanta pasión que, al verlas uno mismo, resultaban decepcionantes.

Ulises es el equivalente a un niño que descubre el mundo por primera vez. Por eso es capaz de escribir en títere, como si de español se tratase. Mientras uno lee sus obras, los muñecos se mueven tras el papel y los diálogos cobran vida, al punto de llegar a escucharse la risa de los pequeños sentados frente al retablo.

La cabeza intranquila de Ulises. Foto: Boris Luis Alonso
Foto: Boris Luis Alonso

Solo alguien que se niega a crecer es capaz de engañarnos a todos con tal descaro, para luego echar a correr con una risa picaresca en el rostro, orgulloso de su treta.

La cabeza intranquila y otras obras (Ediciones Matanzas, 2014) es la prueba fehaciente, es una selección firmada y acuñada de lo mejor de sus embustes: Cyrano y la Madre de Agua, La cabeza intranquila, La última ascensión, Houdini, Antoine y un fragmento de Divina titiritada.

Historias comunes reescritas con magia, aspiraciones simples cargadas de una épica tan personal, tan cotidiana, que nos suma a la puesta en escena.

Es imposible leer estas cinco obras sin sacar a pasear al niño interno, sin tomarnos un segundo para divertirnos por el simple hecho de hacerlo, sin darnos la oportunidad de ver el mundo a través de los ojos de Ulises.

La cabeza intranquila de Ulises. Foto: Boris Luis Alonso

Aun así, es recomendable leer los diálogos en voz alta, hacer voces y gritar si es necesario:
—¡Estoy dentro del vientre de la Madre de Agua! ¡Estoy flotando junto a cáscaras de guayabas y caballos! ¡También hay vacas y flores! ¡Si no se apuran me aplastarán!

Tras esa portada de un amarillo chillón, se encuentra un teatro, un espectáculo; qué digo espectáculo, cinco espectáculos en un uno, a buen precio. Relatos que detrás de sí mismas guardan atisbos de realidad, pequeños y perfectamente imperceptibles, que están ahí dispuestos para los niños más espabilados.

Pero, de igual manera, con cada línea de diálogo, a Ulises le crece la nariz como a Cyrano, mientras la función continúa hasta que el telón cae y solo queda un cielo estrellado, donde Antoine sigue flotando feliz por tener tantos amigos.


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Sobre el autor: Boris Luis Alonso Pérez

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