Ismael Morales y el empeño de rescatar la historia

Ismael Morales y el empeño de rescatar la historia

Ismael Morales Ramírez es un coronel retirado que pudiera pasar los días narrando sus hazañas de combatiente, como aquella vez que, siendo apenas un adolescente, recibiera varios impactos de metralla en una de sus rodillas y un tiro en un brazo.

Pero el veterano rehúsa hablar de su pasado por más glorioso que parezca. Prefiere dialogar sobre un proyecto al que le ha dedicado más de dos décadas de su existencia y que lo mantiene motivado: localizar el sitio exacto donde Maceo y Máximos Gómez idearon la Contramarcha Estratégica, conocida como El Lazo de la Invasión. Con este fin, desde que visitara hace algunos años una zona próxima a Sumidero, en Limonar, ha consultado varios títulos relacionados con la Guerra del 95.

Tratando de recabar apoyo para su proyecto, decidió construir en la zona una especie de monumento que dignifique uno de los pasajes más importantes de la historia de Cuba. De ahí que se le pueda ver cada mañana sembrando palmas reales a ambas orillas del camino hasta el lugar donde se supone que transcurriera aquella conversación.

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En la parte posterior de su apartamento, en un barrio de la Playa, Ismael ha desarrollado una especie de vivero donde introduce los palmiches. En el transcurso de los días, trasplanta las posturas de Palma Real a unas bolsas negras con tierra roja.

La labor le toma horas en un ensimismamiento tal que el bullicio cotidiano no logra sacarle de su faena. Así ha acumulado cientos de palmas que aguardan en un rincón de un jardín, para su emplazamiento definitivo cerca del poblado Zamora, en Limonar.

Las jornadas serían mucho más fatigosas de no contar con su vecino Miguel Paseiro, quien se sumó al proyecto con marcado entusiasmo y se ha convertido en un refuerzo indispensable en las labores de resiembra.

El traslado y embolse de la tierra donde luego colocaran las posturas se realiza en total silencio, solo roto por el golpeteo de la pala contra el suelo. Apenas median palabras durante la actividad, a pesar de que Ismael se caracteriza por ser un excelente conversador.

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Nacido en Santiago de Cartagena, en Cienfuegos, Ismael solo contaba 14 años cuando lo sorprendió el triunfo revolucionario. En esos días iniciales, su hermano, al frente de un pelotón de las milicias, cae combatiendo contra una banda de alzados. Recuerda que fue un 7 de diciembre a las 7:00 de la noche cuando su hermano se convirtió en mártir de la Revolución. En su pueblo natal permanece un monumento a su memoria.

A pesar de la corta edad de Ismael, le permitieron ingresar como miliciano en el Batallón 336 de Cienfuegos. Su primera arma de combate fue una subametralladora checa.

Por entonces, a causa de una emboscada, las esquirlas de un granada se le incrustaron en la rótula de una rodilla y un proyectil también le impactó en un brazo. Luego de permanecer durante 15 días en un hospital de Trinidad, se incorpora a la lucha, engrosando una extensa hoja de servicios y participando en innumerables batallas. Entre sus méritos destaca ser fundador del Ejército Central, alcanzando el grado de coronel.

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A unos 500 metros de la Carretera Central, cerca del asentamiento de Zamora, se presupone que acamparon las tropas de Máximo Gómez y Maceo, tras la Batalla de Coliseo.

Por un camino polvoriento entre plantaciones de caña, se llega hasta una finca conocida como Santa Rosa, aunque en el siglo XIX se denominaba Finca Las Flores. Este es el nombre con el que aparece el lugar descrito en un viejo texto que conserva Ismael, donde se narran las peripecias de la Guerra del 95, sobre todo el Lazo de la Invasión.

Hace unos 20 años, durante un acto para homenajear el centenario de la Invasión a Occidente por las tropas mambisas, el veterano conoció acerca de dicho lugar, y desde ese entonces ha intentado con todas sus fuerzas crear una especie de monumento para señalizarlo.

Se trata, según explica, de uno de los acontecimientos históricos más importantes ocurridos en Matanzas, por lo que debería existir un sitial que lo rememore.

Cada cierto tiempo, viaja hasta ese punto de la geografía matancera, y justo al pie de una centenaria ceiba, se conjetura que ocurrió aquella conversación entre el Lugarteniente y el Generalísimo para planificar una de las estrategias más estudiadas en las academias militares.

Justo a pocos metros de una casucha de madera, se observa un cayo de monte donde árboles de más de un siglo de existencia permanecen en pie. Serían necesarios varios hombres para lograr rodear con sus brazos el grueso tronco de una ceiba, grosor que denota su longevidad. Un poco más allá, se puede observar un viejo algarrobo, también centenario, junto a un nacimiento de agua. “Sería este el campamento perfecto para las tropas mambisas”, agrega.

Aunque a ciencia cierta no existe un prueba fehaciente que enmarque la ubicación exacta donde transcurriera aquella conversación de dos líderes trascendentales de nuestras gestas independentistas, se trata de un sitio que reúne las condiciones idóneas como campamento mambí.

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Para Leonel Pérez Orozco, conservador de la ciudad, el Lazo de la Invasión reviste una gran relevancia en el devenir histórico nacional, ya que produjo un vuelco en la Guerra del 95.

“El ejército mambí no podía enfrentar a esa potente maquinaria del ejército español acantonada en la provincia, con suficiente pertrechos y movilidad.

“Es entonces cuando las huestes mambisas fingen una retirada, estratagema que engaña a Martínez Campos, quien piensa que las fuerzas de Maceo y Gómez retroceden dando al traste con la Invasión a Occidente.

“El militar español traslada sus fuerzas para lograr un gran enfrentamiento y en ese momento los independentistas tuercen al norte. Los españoles aún no comprendían qué sucedía realmente. Los mambises desarrollan el Lazo y el campo queda a su merced, penetrando finalmente en el occidente de Cuba sin ningún percance”.


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El acucioso investigador reconoce que la arqueología matancera no ha desarrollado estudios significativos en áreas donde ocurrieron importantes eventos de nuestras luchas independentistas, como por ejemplo la Batalla de Coliseo. Asimismo, explica la necesidad de encontrar ese punto donde se concretaron los pormenores de la Contramarcha Estratégica.

“Es posible localizar dónde se llevó a cabo esa reunión, mediante los documentos históricos. Hay que realizar trabajos de excavación; es preciso hallar con exactitud dónde ocurriera aquella conversación entre Máximo Gómez y Maceo ideando el Lazo de la Invasión, estrategia militar que produjo un viraje sustancial en nuestras Guerras de Independencia, y de la cual los matanceros debemos conocer, así como rendirle tributo mediante un sitial histórico”.

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Ismael Morales no desfallece en su empeño y continúa cultivando palmas reales y flores para el futuro monumento que espera construir con el apoyo de amigos e instituciones políticas.

Toca puertas y siempre se le ve en la búsqueda de oídos receptivos que se entusiasmen como él con la idea.

Incluso, ha creado un proyecto comunitario que, con el nombre Donde nace la palma, le muestra a los pioneros de la Escuela Primaria Mariana Grajales el proceso de surgimiento de nuestro árbol nacional.

“Los matanceros deben conocer más sobre el Lazo de la Invasión. Sin la Contramarcha Estratégica las tropas mambisas no hubieran llegado al occidente cubano. Creo fervientemente que debe existir un monumento que rememore ese acontecimiento, y tengo fuerzas suficientes para continuar batallando por concretar ese anhelo”.

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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

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