Muchas ciudades dentro de una ciudad: Denny Santana Torres

Las ciudades monocromáticas aburren. Nos recuerdan a la rutina del hombre moderno que comienza cuando se cepilla los dientes y concluye cuando el televisor contempla cómo se duerme. El día termina con un fundido en negro y comienza con un punto blanco que se expande como si encendiera la pantalla de tubos catódicos de un Panda. Tal vez por ello Denny Santana Torres pesca colores.

Busca a Matanzas como quien inspecciona la paleta de acuarelas de un pintor, tonalidad por tonalidad, desde una pared, como otra cualquiera de amarillo mostaza con un ventanal celeste que parece el bolsillo de una camilla en choque directo de intensidades, desde lo cálido hasta lo cold.

En otra imagen, un pelícano y un pescador asumen el mismo gesto de quien va al mar a ganarse el sustento entre dos azules, el sucio del mar encrespado y el sereno del cielo, hasta un barco que ojeamos por debajo de un puente, como si buscáramos unos zapatos bajo la cama en un contraste blanco y negro que nos dice que no necesitamos solo los tonos brillantes, porque las ciudades tampoco son una fiesta eterna, también un manojo de nostalgias y espera.