Vida en Series: La Mesías

Vida en Series: La Mesías

De la divertida Paquita Salas a la claustrofóbica y lúgubre La Mesías hay un trecho estilístico inmenso que, Javier Ambrossi y Javier Calvo (los Javi) han sabido andar con paso seguro y la seguridad de querer contar una historia madura que parte del fanatismo hacia Dios y concluye con el fanatismo hacia la madre. Un reparto estelar protagoniza la ficción, pero sobresale la tríada de actrices compuesta por Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi, quienes dan vida a Montserrat Baró, la enviada de Dios, en distintas etapas de su vida.

Ellas son las encargadas de dar vida a una mujer obsesionada con el control, consumida por la frustración y la fe ciega. Sus hijos, Enriq (Roger Casamajor) e Irene (Macarena García) simbolizan la visión personal de un Adán y una Eva que pagarán por los pecados de sus progenitores. Su viaje a través de cada uno de los episodios se puede traducir en una especie de iluminación que les ayudará a estar en paz con el pasado. 

Los Javi logran con La Mesías una crónica sobre la familia y el control.

Los Javi apuestan por una narración no lineal, un rompecabezas que el espectador debe armar. Un puzzle que funciona desde el minuto uno, ya sea por el inherente atractivo de los personajes o la intoxicante trama. No es solo una serie sobre el control que pueden llegar a ejercer los seres humanos sobre los de su misma especie, explora las consecuencias de esto último. La ansiedad, el trauma, los recuerdos, el tiempo perdido, la inhabilidad de poder pensar por sí mismos, el miedo a lo desconocido, el alcoholismo y la depresión.

Toda esta lista representa solo algunos de los elementos que explota la imaginativa de los creadores del programa. España, su país de origen, tiene una relación estrecha con la religión. El nudo de muchos capítulos se desarrolla a partir de la combinación del control sobre los fanáticos gracias a nuevas formas de comunicación. El caso más claro es Youtube, red social muy importante dentro la ficción ya que es utilizada para compartir los videos musicales de Stella Maris, banda de música electrónica cristiana que aparece en La Mesías.

Otro de los aciertos actorales recae en la elección de Albert Pla como Pep, el padrastro de los primeros hijos de la mesiánica y padre de las futuras hermanas de los mismos. En un principio, su rol dentro del núcleo familiar consiste en el de cualquier hombre insertado en un entorno heteropatriarcal. Pero a medida que los capítulos se suceden las dinámicas de poder cambian: la mujer, ahora Mesías, encabeza el lugar más poderoso dentro de la jerarquía familiar, y el hombre pasa a un segundo plano más complaciente.

La habilidad de Montserrat para hablar con El Altísimo la convierte en una santa, una profeta encargada de moldear el mundo; por desgracia, el único lugar donde sus palabras son seguidas al pie de la letra es la pequeña cabaña en el bosque que comparte con su esposo e hijos. Es ahí donde se crea un espacio íntimo que, alejado de cualquier ciudad o poblado, lo convierte en un micro verso gobernado por la supuesta palabra de Dios.

Los integrantes de la familia Baró viven entre el pecado y la gracia divina. Cualquier desvío que tomen de las escrituras sagradas supone ser castigado con violencia o aislamiento. El castigo no viene solo por morder la mano santa, sino también por desobedecer a la persona encargada de transmitir el mensaje. Una afrenta contra la madre debe ser castigada severamente. Esto sirve para construir una metáfora del fanatismo religioso y las distintas formas de poder que adquiere; donde los directores dejan ver su lado más político.  

Una de las armas clave de la ultraderecha mundial consiste en el regreso de la religión como forma de control junto a un estado liberal. Una apuesta por unos tiempos en que la decencia era el ideal de la sociedad. La Mesías apuesta por desnudar con arte la hipocresía histórica eclesiástica, con una obra bien actuada, bien escrita y bien filmada, además de ser políticamente incorrecta, pues, aunque sí apueste por el respeto hacia cualquier credo, no tiene tapujos a la hora de representar situaciones reales, en este caso la imposición de una fe por los padres hacia sus hijos.

Los Javi siguen teniendo una agudeza sobrenatural a la hora de elegir las canciones que forman parte de muchos episodios. Ya sea al principio, al medio o al final, muchas melodías y rimas se cuelan en el cerebro de quienes estén viendo a tal nivel, que se puede palpar cómo el sonido se acopla a la imagen, narrando en el proceso. Además, la puesta en escena cobra protagonismo con momentos sorprendentes que van desde una melodía de Vivaldi de fondo mientras Montserrat habla con Dios, hasta un baile conceptual en el que un joven Enriq camina sobre las paredes y el techo.

Lola Dueñas como la Mesías, para muchos su etapa favorita del personaje.

Una confesión que hace este crítico es la de no ver con buenos ojos la conclusión a la que llega la historia. Tengo una teoría, y es que llegué a obsesionarme con algunos personajes de tal forma que sentí que muchos elementos de sus vidas fueran omitidos del producto final. Tampoco le hace mucho favor a la ficción el haberse deshecho de uno de sus personajes estrella en un momento tan importante como el clímax narrativo. Que, viendo esto último ya con unas cuantas lecturas sobre el tema, sí se entiende el porqué de una decisión final tan arriesgada y agridulce.

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Sobre el autor: Mario César Fiallo Díaz

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