Fake news, manipulaciones y era digital. Caricatura Miguel Morales/Archivo Girón
«Hasta 12 niños han fallecido por consumo de una leche contaminada ofertada por la empresa de lácteos de Sagua», comunicaba uno de los tantos post alarmistas que en escasos minutos se volvieron virales en Facebook.
Más rápido que la luz, la «bola» se desplazó de grupo a grupo de la red social, da igual si era de compra y venta Villa Clara, Matanzas o Pinar del Río. El objetivo estaba clarísimo como en otras tantas ocasiones: generar incertidumbre y caos. Y sí, existió una intoxicación alimentaria, pero ni un solo fallecido.
Si bien ha significado un agigantado paso de avance en cuanto a comunicaciones y acceso a la información, la era digital, como versa un viejo refrán, ha traído «de todo como en botica», incluyendo las tristemente famosas «fake news» (noticias falsas).
Dicen que la primera «fake» se publicó en un periódico neoyorquino, en la década del 30 del siglo XIX. En esta se informaba de seres que habitaban la luna, lo que generó un enorme impacto en Estados Unidos.
Casi 200 años después, la publicación de noticias falsas se ha vuelto un fenómeno peligrosamente natural. Algunas son 100 % propaganda negra, y quien las lee desde la primera palabra pone en duda todo su contenido. Pero otras, las más alarmantes, toman acontecimientos reales a los que se les altera su historia, buscando confundir con una verdad a medias.
Hace apenas unas semanas atrás, el municipio Martí fue blanco de fake news. A sabiendas de una situación epidemiológica complicada, se hablaba de «declaración de emergencia sanitaria», y se alegaba incapacidad de las autoridades de Salud para asumir el fenómeno.
Y sí, los números de contagios estuvieron por encima de la media de otros territorios. Pero si algo se ha demostrado en momentos más extremos (el año 2021 constituye una prueba de ello) es que, por más limitaciones económicas que puedan existir, la actitud nunca será quedarse de brazos cruzados.
Debido a lo sensible de la causa, el sector de la Salud resalta como el más bombardeado por quienes, usando los recursos más bajos e inescrupulosos, intentan generar caos e incrementar descontentos.
No obstante, el fenómeno puede mirarse desde disímiles aristas y arrojar más de un «culpable». Ya cualquiera, con un celular en la mano, reporta lo que sea desde donde esté. Por eso, no puede volverse tendencia que ante situaciones complejas se tarde en brindar la información oportuna, dando pie a que otros hagan su versión de los hechos, que en la mayoría de los casos termina en tergiversaciones malintencionadas.
Los medios oficiales de comunicación y su equipo de prensa (dentro del cual se incluye el periódico Girón) no pueden verse como el enemigo, sino como herramienta necesaria para comunicar en tiempo y a tiempo, y no convertirse en suerte de «apagafuego» ante un incendio de desinformación y caos.
Toca a los directivos estrechar aún más los lazos con la prensa, y a usted, que tanto navega por el ciberespacio, antes de entrar en pánico o difundir la bola, siempre cerciorarse de que sea verdad.
