Ustedes imaginan unos juegos olímpicos made in Cuba. Ahora que pronto encontrarás cubanos pidiendo «el último» y agregándole después la palabra «mesié«, si es un señor, o «madmuasel», una señora; y probablemente retransmitan la saga de Fantomá y las películas de Astérix y Obélix, a mí me ha dado por diseñar mi propia competición, al estilo criollo: las Cubalimpiadas.
Me inventaría primero que los taínos los realizaban hace 600 años, para pedirle suerte a sus dioses, Huracán, Atabey; y que la inflación de la carne de jutía y el casabe en polvo no creciera, y que a los cocuyos no se les debiera dar tanto mantenimiento.
Con la llegada de los españoles, los suspendieron al considerarlos herejes, y por seis siglos estuvo olvidada esta tradición. Luego, en pleno siglo XXI, alguien decidió recuperarlos y así comenzaron los preparativos para las primeras Cubalimpiadas modernas.
La inauguración se haría en una plaza grande, pintada recientemente gracias al primero de mayo. Alrededor de esta colocarían quioscos de madera y guano — recordemos que se efectúan en honor a los taínos—, donde se vendería en cajitas de cartón pollo asado y arroz congrí.
Los atletas desfilarían en carrozas, de las que están guardadas en viejos almacenes desde los últimos carnavales: las de los CDR, las del barrio, etc. Habría una gran rueda de casino y repentistas, y actuaría la compañía Hilos mágicos. Cantaría Will Campa y Haila María Mompié. El pebetero sería un bidón convertido en un horno de carbón para pizzas. La mascota del evento, fácilmente, pudiera ser una versión del logo del rayo de la Unión Eléctrica Nacional, que ofrece una idea de velocidad y potencia.
Algunos juegos dentro del certamen los heredaríamos de nuestros aborígenes, como la tumba del mango bajito; pero otros se acondicionarían según las costumbres contemporáneas.
Como cuenta un viejo chiste, en Cuba el deporte nacional no es la pelota, sino el peloteo. Entonces, por supuesto que este no puede faltar. Consistiría en transitar por varias oficinas de trámites y aguantar malas contestas, que te empapelen, que te hagan perder el tiempo, y el que se dé por vencido queda descartado. Normalmente, este concurso duraría más que el tiempo reglamentado de un mes que se destina para las Cubalimpiadas. Incluso, puede darse el caso de que, entre una edición a otra, con sus cuatro años de distancia, aún no haya concluido.
El cronista y humorista Héctor Zumbado hablaba en sus textos del Guaguabol, como una tradición propia de la Isla. Sin embargo, si buscáramos una similitud, este se parecería al atletismo; es decir, contendría dentro de sí muchos deportes: 200 metros con obstáculos, cuando el ómnibus se detuviera a dos cuadras de ti y el chofer anduviera con apuros; lucha libre colectiva a la hora de subir; un poco de taekwondo al ras del piso, no puedes subir el pie y debes tratar de pisar a la mayor cantidad de zapatos, entre otros.
Encontraríamos también el salto con altura, especialidad de algunos empresarios nuestros que aprenden a brincar por encima de todos; y el salto con palanca, que resultaría similar al de pértiga, pero que seguiría el principio de Arquímedes de “dame una palanca y moveré el mundo”.
Estaría, a la vez, la búsqueda del cajero automático con dinero, el torneo de dominó bajo el bombillo incandescente del poste de la esquina, la carrera de velocidad de quien saca el último grano de maní del cucurucho, el desafío de lanzamientos de chancletas metededos de madres, y el del ablandamiento de frijoles, entre otros.
Al ganador en cada especialidad, junto con la medalla y el placer de la victoria, se le otorgaría una semana en un campismo popular, si es de bronce; en una villa en la playa, de plata; y en un hotel, de oro.
PD: Más allá de la parodia que se intentó escribir en esta sección de Crónicas de domingo, deseamos que los atletas cubanos presentes en París en estos momentos le traigan todo el honor, la felicidad y la dignidad que merece el pueblo de Cuba. Mucha suerte y toda la admiración posible para todos ellos, sus entrenadores y el personal completo involucrado en las Olimpiadas.