De pequeño, mis padres me contaban relatos de mi pueblo natal: San Miguel de los Baños. En las historias, la relativa opulencia que vivieron en su juventud en un destino turístico con tres hoteles, un balneario de aguas medicinales, transporte público a todas horas y una gastronomía de lujo, contrastaban con lo poco que yo alcancé a ver de esos tiempos mejores.
Mis amigos y yo jugábamos al polibandi (policías y bandidos) en las ruinas del Gran Hotel Balneario, y los fines de semana subíamos el vía crucis de la Loma de Jacán, para observar el pueblo desde las alturas y luego deslizarnos en yagua por el camino pavimentado.
Mientras crecíamos, comenzamos a entender que nuestro patio de juego no era más que la ruina de un lugar que, pese a todo, seguía siendo hermoso, y nos contagiamos del amor que le profesaban nuestros mayores.
No tuvimos la oportunidad de entrar al Hotel Villaverde, ni de disfrutar de un pan con hamburguesa y un batido de mamey a las cuatro de la mañana en el Hotel San Miguel. Tampoco pasamos una noche en el campismo y, para cuando fuimos pioneros exploradores, el campamento también estaba bastante desmejorado.
Alcanzamos al menos a bañarnos en la enorme piscina del centro recreativo, y nos lanzamos en picada desde el trampolín sin tabla. También jugamos pelota en el estadio y celebrábamos torneos de fútbol en los jardines.
Todos aprendimos de memoria la historia del negro Miguel, que le dio nombre al pueblo, y cómo al ser expulsado de la plantación, para no morir lleno de yagas en la piel, logró salvarse con el fango y las aguas sobre las que tiempo después se fundaría el pueblo.
Nuestras madres nos contaron que el olor a huevo podrido del agua de los manantiales era por la acumulación de azufre y que, si la congelábamos en un pomo en el refrigerador, el tufo se le quitaba en cuestión de horas. Tal vez por ello ni mis amigos ni yo padecimos de enfermedades estomacales.
Al final, no nos hizo falta ver lo que nuestros padres vieron para amar San Miguel y heredar la esperanza de que en algún momento las piedras vuelvan a levantarse, como si todo hubiese sido un mal sueño, y que nuestros hijos no tengan que conformarse con las historias de sus abuelos.
Desde que me gradué de Periodismo, he escrito aproximadamente una decena de textos sobre mi pueblo natal; en ellos siempre termino aludiendo a la nostalgia de un lugar en el que nunca viví. Esta vez he decidido pasar borrón y cuenta nueva, y enfocarme en todo lo que aún podemos recuperar y hacer en lo que una vez fue reconocido como el Paraíso de Cuba.
LOS MANANTIALES Y EL GRAN HOTEL BALNEARIO
La fundación de San Miguel de los Baños tuvo como base a sus aguas medicinales, y cualquier proyecto de recuperación e inversión tiene que partir de ellas. Hoy día, los manantiales del Gran Hotel Balneario todavía son visitados por pobladores y visitantes para cargar agua, tanto para beber como para tratarse la piel.
Arnaldo Pérez Correa, actual administrador del balneario, nos comenta que el agua que se ha usado de toda la vida en su casa para cocinar y consumir es la que sale por esas tuberías, y que cada día cientos de personas entran y salen de los manantiales cargados de pomos y tanquetas.
El espacio que dirige pasó a subordinarse el pasado mes de junio a Servicios Médicos de Cuba, entidad que posee una capacidad comercializadora que abre las puertas a nuevas posibilidades de negocio e inversión.
Por otra parte, aún falta por concluir la última etapa de la investigación para renovar el certificado de calidad de las aguas, algo que es esencial para dar el visto bueno a cualquier proyecto. Aunque según el propio Correa las personas que consumen el líquido son la principal prueba de que no existen agentes contaminantes.
Sería viable la creación de una embotelladora, como la que ya existió en su momento y de la cual todavía se conservan algunos envases originales. Algo que gana aún más sentido si tenemos en cuenta que el mayor polo turístico del país se ubica a poco más de 40 kilómetros del poblado.
La flora local también ofrece una amplia variedad de frutales, como el mango y la guayaba, por lo que la producción de jugos y refrescos sería oportuna y generaría un encadenamiento lógico que aprovecharía las propiedades de las aguas medicinales. Sin contar que generaría fuentes de empleo y posibilidades de inversión.
La necesidad de partir de la explotación de los manantiales como la actividad económica más rentable a corto plazo nace del elevado costo que tendría la restauración del Gran Hotel Balneario como atractivo turístico, debido a su avanzado deterioro.
Erick Denis Falcón, arquitecto de la comunidad, ha reconocido en más de una ocasión que el valor patrimonial del inmueble reside en los elementos estructurales originales que aún se conservan. A esto se agrega la ineludible restructuración del área habitacional, puesto que no cumple con los requerimientos del turismo moderno.
En medio de la compleja situación económica que atraviesa el país, sería prácticamente imposible para cualquier organismo o empresa asumir la inversión que se precisa para la recuperación del edificio. A lo que se suma que el pueblo lleva décadas fuera de los circuitos del turismo.
El administrador del balneario nos cuenta que, a pesar de todo, el Gran Hotel en ruinas y los manantiales reciben la visita de cerca de una veintena de turistas a la semana, porque San Miguel de los Baños aparece en los mapas turísticos de inicios del presente siglo.
TURISMO DE SALUD
Desde su fundación, uno de los principales atractivos del pueblo fue el turismo de salud. Cientos de burgueses adinerados se hospedaban en las numerosas casas de descanso para tratarse con las aguas y el fango del lugar; además de disfrutar de una magnífica vegetación en un ambiente tranquilo.
Dicha práctica fue retomada después del triunfo revolucionario, con la creación de casas de descanso para los trabajadores y la desprivatización de los servicios de Salud, lo que se complementó con un crecimiento del sector gastronómico y hotelero.
Las condiciones naturales que propiciaron el desarrollo de dichas actividades económicas aún persisten, lo que falta muchas veces es la voluntad de explotarlas; sin olvidar los inmuebles que aún quedan en pie y cuyo deterioro aumenta año tras año.
Del Hotel Villaverde, fundado en 1925 por el Sr. Manuel Villaverde, y que contaba con 41 confortables habitaciones, ya no queda nada que rescatar. Poco más se puede decir del Hotel Cuba, fundado en 1926 por Marcial García, con solo nueve habitaciones, reestructurado posteriormente por el Gobierno revolucionario con 25 cuartos para que sirviera como casa de descanso del Ministerio del Azúcar, muy deteriorado en la actualidad y usado a modo de vivienda.
El Hotel San Miguel, construido en 1910 y reconstruido casi en su totalidad en 1930, con 23 habitaciones, es el que mejores condiciones mantiene para ser restaurado y brindar servicios de hospedaje. Incluso, una de sus áreas acoge al SAF (sistema de atención a la familia), y su cocina aún sigue en funcionamiento. Aunque el segundo piso se encuentra en un grado de deterioro considerable y el inmueble requiere un recambio de la mayor parte de la plomería.
De igual modo, comercializar la riqueza natural del poblado podría beneficiar al campamento de exploradores, lo cual se traduciría, además, en su restablecimiento para el disfrute y aprendizaje de niños y adolescentes.
TURISMO RELIGIOSO
Lo más emblemático de San Miguel de los Baños, después del balneario, es la Loma de Jacán, sobre la que se extiende un vía crucis de más de 400 escalones, y en cuya cima se encuentra una ermita que resguarda a una representación, en madera, de Cristo.
Dicha estructura fue construida en 1918 y, según referencias de los habitantes de la época, fue el pago de una promesa realizada por una señora adinerada proveniente de La Habana, para que su hijo recobrara la salud.
La escalinata, que comprende las 14 estaciones del vía crucis, se construyó entre los años 1942 y 1943, bajo la dirección técnica del ingeniero matancero Sergio Barrientos, y las placas fueron elaboradas por el escultor cubano Manuel Carbonell.
La subida de la Loma de Jacán es una tradición para los lugareños y para cientos de personas que viajan hasta ese paraje tanto en semana santa como los 24 de diciembre. En este sentido, es importante mencionar la iglesia la cual recibió una reciente restauración, tras quedar parcialmente destruida en 2017.
Luego de un imprescindible mantenimiento del vía crucis, se podría potenciar el turismo religioso, el cual no implica solo brindar espacios de culto a las reliquias, edificios, estructuras u otros objetos, sino compartir las costumbres y prácticas que definen cómo los pobladores interpretan su fe.
Este tipo de actividad turística genera cifras superiores a los 15 mil millones de dólares al año en el mundo; por lo que, evidentemente, es un servicio demandado. En San Miguel bastaría con articular, de manera coherente, excursiones que permitan a los visitantes conocer los símbolos religiosos locales; algo que, con un mínimo de inversión, puede conllevar una perfecta rentabilidad.
EL PARAÍSO POSIBLE
Tras el retroceso de la empresa estatal en este terruño y la falta de presupuesto para mantenimiento, la gestión del sector privado ha brindado la posibilidad de recuperar algunos sitios e inmuebles.
El mejor ejemplo hasta la fecha es lo que antaño fue la casa del Ministerio de Energía y Minas, que hoy renace como un centro recreativo y gastronómico: incluye un ranchón y una discoteca, mientras que su hospedaje sigue bajo la administración estatal.
Leticia Guitiérrez Troya, presidenta del consejo popular San Miguel de los Baños y delegada de la circunscripción 71, reconoce que los precios que ponen los particulares son elevados, pero que al menos reactivan los espacios, y generan oferta y empleo.
La localidad ha recibido tres millones de pesos del presupuesto municipal, en concepto de barrio en transformación que, según Troya, serán empleados para el mantenimiento de un grupo de viviendas del centro de la ciudad y la panadería.
Un ejemplo claro del nivel de deterioro que presentan las edificaciones fue el cierre temporal de la secundaria perteneciente al centro mixto 5 de Abril, debido a las malas condiciones del techo del inmueble. Así nos cuenta su directora Margarita Baños Díaz, quien tuvo que trasladar a los estudiantes hacia otro inmueble, que normalmente corresponde a la enseñanza preuniversitaria, en tanto dure el mantenimiento.
En similar estado se encontraba el centro recreativo La Piscina, asumido recientemente por un cuentapropista que ya ha comenzado las labores de recuperación y reestructuración.
Al frente de la obra se encuentra José Reynaldo Díaz Lang, quien nos contó que ya reemplazaron la madera del techo de la pista de baile, para volver a colocar las tejas, y que tienen planificado techar el área de las mesas e higienizar la piscina, para poder volver a llenarla luego de años en desuso.
Asimismo, están enfrascados en sanear el pozo cercano del que se sacaba el agua directamente hacia el complejo recreativo, para no afectar el suministro de agua del poblado y poder acortar los ciclos de llenado y vaciado de la piscina.
Más proyectos como este son posibles y sostenibles en el tiempo, además de que resultan claves para consolidar el mercado turístico.
La magia que vuelve único y especial a San Miguel de los Baños sigue ahí, inamovible como los cimientos del Balneario y pura como el agua que brota de los manantiales. Solo hay que darle un nuevo propósito, acorde a los nuevos tiempos y a las nuevas dinámicas de la economía cubana.
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Es importante recuperar nuestra historia, nuestra identidad. Nos pasamos la vida pidiendo ésto ya recarcandolo. San Miguel de los Baños es parte, indiscutible, de la historia de Cuba, tanto Política, Social y Económica, a caso de debe olvidar al inocente que fue brutal menté asesinado en una ceiba a las afueras del poblado, muy cerca de lo que es hoy una unidad militar. Acaso se debe olvidar los suceso del 5 de abril de 1958, dónde un pequeño grupo de jóvenes toman la piscina y fundan un día después, en las lomas que rodean al poblado, el Primer Frente Occidental Enrique Hart. Pero no sé puede olvidar los importante aportes a la económica nacional, tanto antes como después del triunfo de la Revolución. Es un pueblo lleno de un recurso histórico muy rico, deceso del explote turístico, como era antes. Allí estuvo el Che, allí se preparó las condiciones por si la guerrera se entendía. Y ni hablar de los recursos naturales donde cuenta con especies endémicas y esas maravillosas aguas medicinales, que aún no pierden sus propiedades. A mí juicio, San Miguel de los Baños es el potencial de desarrollo más seguro que cuenta hoy el municipio de Jovellanos y lo estamos dejando que desaparezca.
Gracias al periodista por tan excelente y detallado artículo,pues es una gran pena que este balneario como su población esté tan abandonada,yo recuerdo que el comandante Jesús montane estuvo haciendo gestiones para remodelar y reconstruir el balneario con su magnífica agua cristalina y pura pero a pesar de ser del núcleo del gobierno todo quedó en gestiones y viajes
Espero que este artículo sea como un rayo de esperanza y con el nuevo primer secretario del partido les den respaldo financiero y material para poder ponerlo parecido o mejor que cuando lo construyeron
De nuevo les agradezco mucho al periodista y tengo la esperanza como mantancero que con el equipo joven del periódico hagan artículos de este tipo para señalar lo malo para convertirlo en cosa buena que sirva a mejorar la calidad de vida del sufrido pueblo matancero