Ese viejo «trabaja como un mulo», y nunca tiene hora para terminar. Expresiones similares se les escuchan a los vecinos en el barrio de Los Mangos, en esta ciudad, cuando hablan espontáneamente sobre el desempeño de Luis Roberto Ricardo Pérez, trabajador de Comunales, recién llegado a la zona.
El longevo barrendero ha demostrado que aun, por muy complejas que sean las circunstancias, como la falta de combustible, problemas con las partes y piezas de los carros que recogen la basura, así como la falta de indumentaria para los trabajadores, siempre es posible hacer algo más por la higiene en la comunidad.
El propio carrito del cual se sirve para la recogida de basura es un ejemplo de esas soluciones que tanto añoramos en estos tiempos.
La singular herramienta es pura inventiva. Está conformada por disímiles accesorios, como trozos de zinc y pedazos de madera y plástico, asidos por fragmentos de alambre. Si uno lo detalla, bien puede llevarse la impresión de que el carromato no llegará a la próxima esquina.
Pero de eso nada, «camina de milagro, pero camina», confiesa este hombre emprendedor que no se deja vencer por las dificultades y las limitaciones materiales, y que estudió Planificación Estadística en su natal Songo – La Maya, en Santiago de Cuba, donde laboró como económico por algo más de 40 años.
Explica que llegó a Matanzas para reunirse con su familia, y ya va a cumplir un año en el oficio de barrendero. Su preferencia por el destartalado carrito, dice, es porque resulta mucho más liviano.
El que me dio Comunales pesa más que un matrimonio mal llevado, manifiesta. «A este ya le tengo cariño, me ayuda a barrer y recoger la basura en más de 20 cuadras cada día».
Cuando la mayoría de la ciudad duerme aún, Ricardo Pérez ya está en labores de limpieza por las calles de la comarca, donde ya se nota cierta mejoría.
El tema de la recogida de la basura y de la higiene es todavía un problema por resolver, pero el cambio es palpable, y será mayor si, entre otras cosas, se evitan las indisciplinas sociales, es decir, el desorden de vecinos que no cumplen con las buenas costumbres.
Según nuestro entrevistado, hay otros inconvenientes que interfieren en el resultado de quienes laboran en este frente.
«En realidad no hay con qué trabajar. No contamos con los recursos necesarios para la protección del trabajador, como guantes y botas adecuadas. Tampoco tenemos escobillón, machete, lima, azadón; en fin, no hay herramientas.
«Y en esas condiciones es más difícil garantizar la limpieza de las calles; hay que estar inventando constantemente», insiste.
Agradece que algunos vecinos salgan a su encuentro y le brinden agua, café y hasta merienda. «Es muy gratificante percibir el respeto y la admiración de alguna gente en el barrio; ese apoyo dice sobre la importancia de nuestro trabajo, todavía muy poco reconocido».
Próximo ya a los 80 años de edad, Luis Roberto Ricardo Pérez ha conseguido reajustarse a los tiempos, y no dejar de cumplir con lo que le toca. Y lo más importante: sentirse feliz haciendo su trabajo.
«Este hombre ha sido una bendición, nos hacen falta muchos barrenderos como él», se les oye decir también a los vecinos, quizá con la ilusión de que Matanzas pueda concretar el deseo de ser una ciudad cada vez más limpia. (Por: Ventura de Jesús/Tomado de Granma)