Antonio escucha el suave ruido que los nudillos producen en su puerta y acude a abrirla. No hay sorpresa, sino alegría. Son personas amigas. Trabajadoras sociales que lo visitan para conocer acerca de su estado de salud y de las atenciones que en general le dispensan estas profesionales.
Entre las visitantes se halla Yudeykis Domínguez Aria, quien, como especialista principal, supervisa el desempeño de 12 de sus compañeras, pero actúa como una más en el Consejo Popular Matanzas Oeste. Gusta de atender a quienes reciben ayuda asistencial por diversos menesteres. Sin embargo, asegura que constituyen un equipo unido, consagrado, de resultados halagüeños.
Parece un día similar al anterior en el desempeño de sus funciones, pero no es así. Para ella, cada persona, familia, establece una nueva acción. Con su dosis de sensibilidad, escucha, orienta y aconseja si el caso lo precisa.
Yudeykis, de 33 años de edad, natural de Palma Soriano, provincia de Santiago de Cuba, cuya imagen muestra lo intachable de su vestir, carácter alegre, en cuestiones de trabajo es recta y disciplinada. Desde el 2007 ejerce esta labor, como parte del octavo curso para trabajadoras sociales, vocación que despertó en ella durante sus estudios en el Instituto Preuniversitario Enrique Hart Dávalos, de Matanzas.
“Seguí con interés cuanto se decía y hacía por este programa. Sobre todo su significado para ese grupo etario (adulto mayor) de tanta necesidad, pero también todos aquellos que por diversas razones requieren de atenciones especiales y cuya calidad de vida contribuimos a mejorar, aún en momentos difíciles del país.
“Estuve en una encrucijada, porque desde tiempo atrás pensaba estudiar Derecho, pero descubrí que tenía cualidades para ser trabajadora social. No obstante las disímiles problemáticas a enfrentar en las comunidades, me di a la tarea de acompañar, asesorar y dar seguimiento a los procesos de atención personal y familiar”.
Al valorar las funciones de este “valioso ejército de mujeres y hombres capaces de entregar sentimientos e inagotables horas de labor incesante en beneficio de los demás”, como expresara Fidel, la ahora matancera por sus años de fecunda labor en esta tierra, manifestó que el trabajador social requiere de cordura, empatía y responsabilidad, y que “debe guardar con celo y de forma discreta las informaciones que nos ofrecen nuestros asistenciados.
“Atendemos a aquellas personas consideradas vulnerables por las condiciones en que se hallan, incluso niños que incumplen los deberes escolares, adultos mayores solos que no cuentan con familias que los atiendan y ayuden a enfrentar sus necesidades, y a quienes cumplen sanción con libertad condicional y madres con tres o más hijos”.
Hay en su vida momentos muy significativos, que trascienden los canales emocionales, duelen y marcan, como resultó el suceso acaecido el 5 de agosto de 2022 en la Base de Supertanqueros de Matanzas, donde perdieron la vida valiosos compatriotas.
Quien desde el año 2002 reside en la capital yumurina, reconoce que su desempeño exige del apoyo familiar. “Es difícil, pero no imposible. En casa recibo ayuda de mis hijos Elisabel y Anthony, de 11 y nueve años, quienes cursan quinto y cuarto grados. Saben de las tareas de su madre, y ven cómo no pocas veces visitan la casa personas porque tienen problemas y las atiendo como merecen”.
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Como trabajadora social ha recibido reconocimientos por la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, “como las dos oportunidades (2022) en las que estuve en Encuentros Nacionales de Trabajadoras Sociales, con la asistencia de nuestro Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el Palacio de las Convenciones. Resultaron momentos inolvidables”.
Más adelante narra cómo, a pesar de las intensas jornadas de faena en casa y en cumplimiento del deber laboral, extrae otro precioso tiempo para la superación profesional, en este caso en la especialidad de Técnico Superior en la Universidad de Matanzas, y en febrero de 2024 comenzará la licenciatura en Trabajo Social en la citada casa de altos estudios.
“La Revolución me dio la oportunidad de superarme y brindar mi ayuda y eso hago, apoyada por los consejos inculcados por mis padres, Lourdes y Osnaldis, así como por quien me crió, la abuela Josefa, inspiración constante para que culminara tales propósitos de ser una mujer preparada, capaz de saber para ascender, como escribiera nuestro Héroe Nacional, José Martí”.