Al igual que el cuerpo, el espíritu tiene necesidades. Las de aquél
constituyen los fundamentos de la sociedad,
las de éste son su recreo”.
Jean Jacques Rousseau
La presentación del Circo Nacional de Cuba este fin de semana en el Teatro Sauto de Matanzas ha generado, como era de esperar, el entusiasmo de los matanceros, ansiosos de disfrutar de un espectáculo variado, con artistas de primer nivel al que muy pocas veces se tiene acceso.
Sobre todo, quienes somos padres esperamos poder llevar a los niños a una función diferente, apelando a la ilusión que siempre despiertan las artes circenses repletas de malabares, payasos, animales entrenados, magia y otros números que alegran la vida.
Incluso cuando existen pocos espacios y opciones recreativas en la urbe yumurina para el disfrute infantil. Por supuesto, mención aparte merecen las artes escénicas con sus sedes teatrales que se las ingenian para cada fin de semana regalar con profesionalidad y derroche de talento una función digna a los más pequeños de la casa.
Sin embargo, cuando se trata de presentaciones de esta dimensión, a las que muchas personas con niños esperan tener acceso, se torna un poco complejo comprar las entradas, sobre todo para quienes tenemos una jornada laboral que cumplir.
Los que transitamos por el frente del Sauto el miércoles último fuimos testigos de la aglomeración de matanceros que esperaban desde casi la madrugada para comprar las entradas.
La cola, que según algunos presentes inició desde el día anterior, cayó en ese tipo de enrarecimiento, al que ya estamos acostumbrados, en el que unos le marcan a otros; los otros vienen con tres o cuatro, los de más allá pretenden en su turno comprar las del centro de trabajo completo o las de la cuadra.
Por otra parte, existieron las confrontaciones, las voces alteradas y quienes tomaron la iniciativa de pintar números en las manos para de esta forma ahuyentar a los “colados”. Situación que generó incomodidades porque muchos de los que permanecían en la cola desde bien temprano en la mañana y por algún motivo se habían alejado un momento, no fueron “marcados”.
De más está decir que siempre está quien se aprovecha de la situación para repetir una y otra vez y luego revender las entradas.
Loable y respetuoso fue el gesto de la dirección del Sauto de extender el horario de la venta de las entradas en taquilla para que, al menos, pudiera acceder más público. No obstante, si bien el horario de venta inicia a las 10, creo en mi más humilde opinión que cuando existe esa gran afluencia pudiera iniciarse el servicio un poco más temprano en pos de lograr mayor satisfacción.
Quizás también, en la medida de las posibilidades de la institución cultural, pudieran ajustar la venta para dos días, o sea, ofertar las del sábado en una jornada y las del domingo en otra y así evitarían permanecer casi una jornada laboral completa en una cola.
Como dije en otra oportunidad cuando comenté sobre el tema, la capacidad para apreciar el buen arte que ennoblece el alma y el espíritu, y que no está solo en engalanarnos para acudir a la función, debe ir de la mano con la cultura de la disciplina, el cuidado y el civismo que implica desde hacer una cola hasta respetar las normas establecidas por la institución.