La obra teatral de Ulises Rodríguez Febles, Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2020, llega al coliseo yumurino en una puesta en escena de Vital Teatro. Fotos: Cortesía de la fuente
La compañía habanera Vital Teatro acaba de concluir el montaje de Cuarentena, obra de la autoría de Ulises Rodríguez Febles que subirá a escena el próximo 20 de agosto en el Teatro Sauto.
Alejandro Palomino, director de la agrupación, aseveró que se encuentra terminado en apariencia pues, según su experiencia, este tipo de fenómenos escénicos no pueden darse nunca por finalizados, “más bien crecen en el ejercicio de la confrontación y el intercambio con el público”.
“Este proceso creativo es un ser vivo, exigente, obsesivo y hasta egoísta, que siempre demanda reajustes en función del desarrollo del actor y genera un alcance muy poderoso de la pieza dramatúrgica. Pero, la propuesta inicial de exhibición —esa que espera la campanada— ya está lista para comenzar la polémica”.
Los roles principales, la familia que constituye el núcleo narrativo, estarán a cargo de Nora Elena Rodríguez, Ari Fonseca y Alejandro Palomino, quienes interpretan a Fernanda, Amalia y Marcelo, respectivamente. Por su parte, Enrique Bueno y Ernesto Tamayo encarnan a Francesco, el italiano huésped del hostal, y Felipe, el novio de la hija.
“Mayelin Barquinero hará de Elena, un personaje que en el texto es masculino y responde al nombre de Hugo, pero tiene la suerte de que puede ser apreciado también como femenino. Algo que en la dramaturgia de Ulises es bastante frecuente”.
Este no es el primer trabajo de Vital Teatro sobre la escritura de Rodríguez Febles. Forman parte de su repertorio la obra Béisbol y los unipersonales Observando ganar a los Yankees de New York y Frida, yo soy María.
“También revisamos otros títulos como El concierto, Huevos o Carnicería para desentrañar muchos de los intereses de este autor que descansan en esa zona oculta o segunda naturaleza del texto, el subtexto”.
En el caso de Cuarentena la situación dramática se centra en los primeros días a partir de la llegada del virus Covid-19 a Cuba y refleja esos momentos de miedo, de incertidumbre, en que toda la dinámica de la vida cotidiana se ve alterada definitivamente por la pandemia.
“El drama humano sobre la existencia; la fuerza con la que se presentan los choques de voluntades; la profunda convicción de Fernanda; la reducción del espacio vital y de la libertad individual; las transformaciones del comportamiento social y la incertidumbre económica; todos esos elementos expresivos, más la presencia del poder del amor y la muerte, son nuestras obsesiones a compartir con el público”.
Palomino reconoce que la construcción de este espectáculo fue muy complicada y estuvo signada por las propias restricciones impuestas por la epidemia, todo el proceso de aislamiento y encierro, más las crecientes dificultades económicas que azotan al país, especialmente, a las producciones teatrales.
“Incluso resultó irónico cuando dos de nuestros actores sufrieron la agresión del virus y hubo que detener el proceso de investigación y montaje”.
La puesta en escena se desarrolla en dos áreas de trabajo, aspecto este en el que es consecuente con el texto original, donde el autor define los distintos espacios como metáforas de los estados psicológicos.
“La primera zona es el área de representación. Allí se produce la acción dramática, el universo de las relaciones entre los personajes y sus propósitos. Se trata de un espacio delimitado y diseñado para operar también desde las emociones, la ilusión, la capacidad asociativa, la imaginación, la entrega.
“La otra zona expresiva se refiere a esa marca invisible que existe entre el contexto escenográfico, los personajes y el tras escena, pero no debo adelantar nada sobre lo que allí ocurre, mejor lo dejo para la observación y el intercambio con el espectador porque sin él ningún proceso alcanza sus objetivos.
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