Caudales de un Humedal

Con frecuencia sentimos como si algo o alguien nos observara y en cierta medida una mezcla de estupor y recelo se apodera de nuestras mentes. Sucedió una tarde de abril, cuando caminaba por un sendero que conduce a un maravilloso lugar del humedal en la Reserva de Biosfera Ciénaga de Zapata.

Movido por mi pasión hacia la Naturaleza y el incansable afán por perpetuar a través de la fotografía momentos extraordinarios para que otros puedan disfrutarlos, me encontraba en una de las caminatas habituales, cuando de repente me detuve frente a una imponente Ceiba, donde siempre hago reverencia a su majestuosidad con un ademán muy particular.

Esta vez algo presagiaba que sería un día diferente, unos sonidos a intervalos muy cortos, repetidos constantemente, llamaban mi atención y sin conocer su procedencia notaba que estaba siendo advertido, algo me observaba.

Caudales de un Humedal: Sijú Cotunto, toda una joya de la avifauna cubana.

La piel se me erizaba y por momentos la poca luz que penetraba en el bosque, pues ya se acercaba el ocaso, le agregaba otro poco de misticidad al entorno. La Ciénaga suele ser un bálsamo para el alma durante el día, pero la noche, completamente diferente, se puede convertir en el peor enemigo del cenaguero o quien ose transitar sus parajes.

Buscando todo tipo de respuestas y sin dejar de mirar cada centímetro del espeso bosque, los sonidos encontraban curiosamente la vía para ponerme cada vez más inquieto. En un giro casi desprevenido pude visualizar una pequeña oquedad en una Palma Cana y noté que algo se movía dentro. Me acerqué lentamente y cuando estaba a unos escasos tres metros, unos ojos bien grandes me hicieron retroceder con cautela.

De inmediato todo cambió, ahí estaba él, imponente, con una elegancia poco común, tan curioso y temeroso como lo es el Sijú Cotunto, toda una joya de la avifauna cubana. Sentí una inmensa alegría, era mi primera experiencia con esta pequeñita e indefensa ave endémica de Cuba.

Caudales de un Humedal: Sijú Cotunto, toda una joya de la avifauna cubana.

Mi mente se ocupó en recordar cómo estas pequeñas criaturas han sido objeto a través de los años de numerosas historias sobre malos presagios y como las personas los han perseguido y sacrificado en algunos lugares solo por estas falsas creencias.

Al mismo tiempo que hacía las primeras fotografías tuve otra agradable sorpresa: una bolita gris oscura emprendió vuelo rasante hasta una rama muy cercana: ¡era un pichón! Ahora todo tenía lógica, ese llamado que escuchaba en principio podía estar asociado a la defensa de su cría o era algún tipo de “entrenamiento” para despertar a su descendencia y así disfrutar de la noche que se aproximaba.

¿Quizás un rico manjar de ratas? Sí, porque estas rapaces nocturnas son excelentes controladores de plagas o animales dañinos al ser humano y otras especies, así de esta forma contribuyen a mantener el equilibrio en los ecosistemas.  

Caudales de un Humedal: Sijú Cotunto, toda una joya de la avifauna cubana.

Mirando a sus ojos directamente pude notar el miedo que sienten ante la presencia humana y no es casualidad, otra de las causas frecuentes en la disminución de sus poblaciones se debe a la destrucción de su hábitat.

Al coincidir su época reproductiva con especies como cotorras y periquitos, los que anidan también en cavidades de los árboles, quienes desconocen sobre el daño irreparable que se le produce a la naturaleza y lo que implica para la propia especie humana, tumban sin cesar cuanto árbol con cavidad aparezca en su camino; así es como terminan en el suelo huevos o pichones que nunca emprenderán vuelo. Es una triste realidad que esta práctica cruel se haya extendido hasta nuestros días y por la que algún día nos tocará responder.

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Hoy donde aún las palmas luchan por alcanzar el cielo, las rocas se imponen discretamente entre los senderos y el agua abraza sin cesar cada rincón por muy aislado que se encuentre, la naturaleza tiene reservada un sinnúmero de experiencias para nosotros.

Como el Sijú Cotunto, esa tierna avecilla cubana que se puede ver con relativa facilidad en la Ciénaga de Zapata, otras aventuras te permitirán vivir intensamente tu vida. No permitas que se destruya esta riqueza que tanto bien nos ha hecho y de seguro les hará a las nuevas generaciones.

Entonces cuando te encuentres algún día en el bosque y escuches un susurro o reclamo que te intrigue sobremanera, trata de redescubrir dentro de ti ese amor que sientes por la vida, atrévete y quizás puedas coincidir con esta u otra maravilla de la naturaleza. Ojalá y tu primera experiencia sea tan alucinante como la vivida por mi.

(Por: Lic. Yoandy Bonachea Luis)


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