
Aun cuando confiesa que influyeron muchísimo sus seres queridos en su inclinación por la medicina, Rachel de Armas Hernández asegura que su elección no la cambia por ninguna y, si tuviera la oportunidad de otra vida, vestiría nuevamente de blanco y se decantaría otras 100 veces por la Medicina Natural Tradicional.
Cuando hace apenas unos meses se inauguró en la urbe yumurina el Centro Zhejiang-Matanzas de Medicina Tradicional China, enclavado en el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente Faustino Pérez, una joven residente de tercer año estuvo entre los protagonistas del encuentro, explicando al detalle a los visitantes las disímiles bondades y beneficios que su funcionamiento traería a la población.

Y es que Rachel traía frescos los conocimientos adquiridos durante su estancia por el gigante asiático, a donde fue a aprender más sobre la cultura china y sus múltiples avances en materia de la especialidad que ejerce, para ella, “la más completa”.
Dice que su decisión se remonta a los cruentos momentos de la devastadora pandemia covid-19, de números rojos, muertes en demasía, pánico y dolor dispersos en todos los rincones del planeta.
“En el 2020, llegando de cumplir misión internacionalista en Venezuela, atravesábamos una crisis de insumos médicos y otros recursos. Esta especialidad me ofrecía el privilegio de aliviar una crisis de asma bronquial o un fuerte dolor solo utilizando mis dedos. No me lo pensé dos veces”.


A flor de piel sobresale en Rachel el innato talento para el teatro y una evidente pasión por el lirismo de Carilda. Asegura que en sus ratos libres solía leer poemas y aprenderlos de memoria, e intentar descifrar el sentimiento y mensaje profundo que venía del alma en cada uno. “Creo que me seducía bastante el teatro”, confiesa, aunque se alegra por no haberse dejado atrapar por el arte de las tablas y sí por, a su entender, la más noble de las profesiones.
“Lo que más me gusta de lo que hago es que en muchas ocasiones se pueden llegar a obtener resultados favorables en un corto período. Escuchar al paciente y devolverle el aliento con una opción de tratamiento te hace sentir más que satisfecho.
“La Medicina Natural Tradicional tiene 10 modalidades que deben ser dominadas por todos los médicos tradicionalistas, pero de todas disfruto mucho la acupuntura y sus técnicas afines y la ozonoterapia”.
Si bien se siente orgullosa de la especialidad que escogió, a Rachel le choca que muchos subestimen esta rica rama dentro de la medicina. “Es cierto que se caracteriza por aliviar un dolor, pero el fin va mucho más allá.


“El médico tradicionalista puede ser capaz no solo de aliviar una sacrolumbalgia, sino también una crisis de hipertensión, dermatitis, psoriasis, ansiedad, insomnio, parálisis facial… Será un reto siempre hacernos valer por el bien y la salud de los pacientes ante nuestros colegas e, incluso, ante el resto de la sociedad.
“¿Anécdotas? Son incontables los pacientes que me vienen a la cabeza cuando de mencionar a uno especial se trata. Recuerdo al que estuvimos poniéndole tratamiento con ozono paravertebral, porque presentaba varias hernias discales. Estos pacientes acuden durante 20 sesiones de inyecciones, cada una con dos o más puntos a inyectar, dependiendo de la localización de la hernia. Al finalizar el tratamiento, nos dejó por escrito un mensaje en madera que decía: ‘A ustedes que tienen la magia de convertir un pinchazo en un beso’. ¡Vaya metáfora!
“También están esos que te detienen en la calle con el cariñoso saludo en voz alta que replica: ‘¡Mi doctora! ¿Sé acuerda de mí?’. El hecho de que me sientan suya, porque en mis manos estuvieron, resulta para mí un premio de valor incalculable”.
Rachel confiesa que en su vida profesional marcó un antes y un después el viaje a la provincia de Zheijang. “Un mes se me hizo corto para aprender de su destreza y habilidad con una aguja de acupuntura. Eso me ha servido de motor impulsor para hacer cosas que antes no me atrevía y hoy puedo ver que los resultados son maravillosos”. Y así lo corrobora en su quehacer en el centro yumurino, inaugurado justo en el lanzamiento de la primera edición del mes de la Medicina Tradicional China en Matanzas.
Su pasión por lo que hace le absorbe la mayoría del tiempo, como sucede con muchos galenos comprometidos con su profesión. “Realmente es poco el tiempo libre; cuando existe, lo disfruto con mi hija Archel. Me gusta salir con ella y mi esposo, llevarla al parque, la playa o, simplemente, quedarnos en casa jugando. Ella, a través de sus juguetes, nos enseña lo que ha aprendido y visto de nosotros, por lo que al bebé o la barbie no le faltan las ‘yayas’ y ella tiene que curarla.
“Sueño con ver a mi hija crecer y convertirse en una mujer saludable, feliz, inteligente, honrada y solidaria. Deseo adquirir la sabiduría y los conocimientos necesarios para tratar con éxito las enfermedades que con mayor frecuencia enfrentan los pacientes, y aliviar sus males”.
Talentosa y responsable como tantos otros, Rachel es uno de los claros ejemplos de que “la juventud no está perdida”, como versa el dicho popular. Es ella uno de esos ángeles de batas blancas que disemina vida en cada pisada y salva no solo con la mente, también con su corazón.
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