What We Do in The Shadows

Vida en Series: What We Do in The Shadows
Vida en Series: What We Do in The Shadows

Siempre que hablamos de vampiros la imagen que se nos viene a la cabeza es la de seres nocturnos con afilados colmillos, poderes psíquicos, una sensualidad inexplicable y una piel tan pálida como la de las vírgenes que supuestamente prolongaban la vida de las vampiresas victorianas. Hombres y mujeres de clase que vivían a las afueras de los pueblos, protagonistas de bacanales tan eróticos que le pondrían los pelos de punta al mismísimo Marqués de Sade.

Pero qué hacen los vampiros cuando no están matando, chupando la sangre de sus víctimas o acechándolas escondidos en los vientres de los callejones. Pues duermen, y duermen mucho. Comen y holgazanean, hacen chistes y, administran un club, hacen cine para adultos y van al gimnasio o la oficina.

What We Do In The Shadows se desmarca de cualquier etiqueta relacionada a la ficción vampírica narrando estos mismos sucesos. Es una serie derivada de una película del mismo nombre y dirigida por Taika Waititi. Una suerte de respiro que rompe esquemas a la vez que divierte con sus tres protagonistas vampiros: Nadja, Laszlo y Nandor, un vampiro energético: Colin Robinson y un ser humano llamado Guillermo de la Cruz.

Todo este séquito de la noche vive en una mansión en medio de un barrio residencial, de noche es cuando su vida comienza y tiene lugar todo tipo de situaciones. Llegaron a Estados Unidos huyendo de Europa, de sus vidas pasadas y encontraron en la fraternidad la oportunidad de afrontar la soledad. Mientras, Guillermo es un hombre que quiere convertirse en vampiro, quiere ser como ellos.

Es ahí donde la comedia hace su magia, va creando un milagro catártico que se intensifica con cada temporada. Sin dejar jamás el humor se cuenta la historia de seres inmortales que siguen buscando una razón para vivir, y un hombre que, al saber que sus deseos jamás serán correspondidos, sigue hacia adelante confrontando cada detalle de su vida. A Guillermo le aflige nunca poder ser como Nandor, el hombre que ama, es además un Van Hellsing, enemigo íntimo de este tipo de criaturas.

La crudeza con que vamos conociéndole y el control que aparentemente tiene de la situación le convierte en la piedra angular de una comedia que no tiene nada que envidiarle a The Bear, Fleabag o The Office. Que no os engañe su sinopsis sobrenatural y extraña, estos monstruos sangran tanto como los humanos.

Nosotros no somos inmortales, pero sí estamos en constante transformación. Siempre estamos aprendiendo cosas nuevas de nosotros mismos, incluso después de muertos la gente seguirá aprendiendo detalles de nuestras vidas, que, si somos cuidadosos y sabemos cuidar nuestras relaciones, surgirán en cientas de conversaciones.

La vida y la resurrección son los temas principales que explora la serie. Nadie muere, pero todos están reviviendo constantemente, y a veces eso es tan doloroso como morir.

Nandor era una máquina de guerra, un conquistador del Medio Oriente; Nadja una gitana que vivía en el bosque, una aterradora ninfa que sucumbía a sus víctimas en la pesadumbre del descenso a la muerte; y Laszlo fue de todo, miembro de un club prestigioso de Inglaterra, amante lores y ladies, incluso actor de películas porno. El absurdo de toda la situación se condensa en una propuesta que combina la vida y la muerte entre cuatro paredes, y las pone a conversar.

El equipo de producción de la serie es uno de los más carismáticos de la televisión contemporánea.

En cierto de punto del programa, cuando es necesario utilizar ciertas sutilezas del drama, el vampiro cuestiona los beneficios de su estilo de vida, e increpa a aquel hombre que quiere ser como él, que quiere vivir siglos sin envejecer, que quiere ver desaparecer a los que le rodean, que quiere vagar por el mundo siendo testigo de la felicidad y la tristeza de los vivos.

A todo este séquito se van uniendo todo tipo de personajes que, gracias a su atractiva escritura, se vuelven protagónicos o recurrentes. Colin Robinson estaba allí desde el principio, pareciera sacado de la misma The Office, un vampiro que no chupa sangre, sino energía. Es de esas personas que habla de los temas más mundanos que existen, saborea el aburrimiento y lo convierte en energía para seguir viviendo.

Supongo que les falta el convencimiento de un punto final, la certeza del descanso eterno, el clímax del último suspiro. Si todo eso lo puede producir una comedia tan exorbitante como esta, se vuelve menester cambiar nuestras expectativas y atreverse a disfrutar de situaciones cuyos inicios estén en lo cómico, y a medida que avancen se conviertan en una descripción exacta de la condición humana.

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Sobre el autor: Mario César Fiallo Díaz

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