El Cinematógrafo: Un cineclub de bajo costo en los 90

El Cinematógrafo: Un cineclub de bajo costo en los 90. Por Mario César Fiallo Díaz
El Cinematógrafo: Un cineclub de bajo costo en los 90. Por: Mario César Fiallo Díaz

     “No creo que el cine me haya apasionado nunca tanto como entonces”.

Bong Joon-ho, miembro del cineclub Puerta Amarilla

Creo que mi “cinemafilia” empezó justo con un homicidio. Tendría yo acaso menos de siete años cuando fui testigo del asesinato del rey de la selva, Mufasa, a manos de su hermano Scar. Tal terror me produjo aquella escena que, de las tantas veces que veía El rey león en un solo día, siempre salía corriendo de la sala hasta la cocina a esperar que el crimen concluyera. Eran 10 minutos en los que mi corazón palpitaba y podía sentir cómo fluía la sangre por mis venas.

Porque el cine, pónganse a pensar, es una habitación en la que es sabido y aceptado que la gente muere, ya sea en el baño, la cocina o al fondo de un abismo; se sabe que allí la gente baila por ninguna razón en específico, y que gorilas gigantescos se enamoran al punto de escalar la cima del Empire State.

La cinefilia es el deseo inherente de ver y tener más y más películas, una afición que no discrimina y llega a todas partes del mundo. Bien, esta pasión poseyó hace muchísimo tiempo a uno de mis directores modernos favoritos, y no tengo miedo de admitir que conocí su labor gracias a los premios Oscar. Bong Joon-ho lograría hacerse con varias estatuillas doradas en 2020 por su film Parásitos, pero ese director fue en su juventud miembro de un club de cine surcoreano llamado Puerta Amarilla.

Dicho grupo estaba integrado por más de 30 jóvenes cinéfilos que se reunían para discutir y estudiar películas. Tiempo después, el director Lee Hyuk-rae haría un documental llamado Puerta Amarilla: Un cineclub de pelis B en los 90, sobre estos hombres y mujeres cuya pasión por el séptimo arte queda reflejada en apenas una hora y veintipocos minutos. Pasión que logran transmitir con facilidad y que sirve para conectar su experiencia con la de cualquiera que presencie el testimonio.

Debo decir que las declaraciones en cámara respecto a cómo conseguían y veían ciertas películas me hicieron pensar en las épicas búsquedas que hace cualquier cubano con ganas de entretenerse como ellos. Innegablemente estamos viviendo una revolución en materia de consumo de series y películas, lo mismo en nuestros móviles, televisores o computadores. Todo el tiempo estamos consumiendo historias, personajes, imágenes y diálogos.

Lo que esos coreanos experimentaban en los 90, esas ganas incesantes de ver todo lo que podían, está presente en las generaciones actuales de todo el mundo, incluyendo la mía. Por la forma en que refieren sus memorias, sus hallazgos, las obras que ellos personalmente subtitularon (¡aprendieron a hablar inglés para traducirlas y después ponerle subtítulos hechos a mano a los videocasetes!), concluyo que el entusiasmo no entiende de fronteras. De una forma u otra, todo eso lo vivimos nosotros, o nuestros padres, y lo vivirán nuestros hijos. Hablo entre cinéfilos, claro.

La historia de Puerta Amarilla, reunida y contada por Lee Hyuk-rae, constituye una carta de amor al cineclubismo.

En mi caso, mi primer combo de películas consistía en tres casetes: Spirit, el corcel indomable, Cenicienta y El rey león; quien me alquilaba aquellas joyas en Cárdenas era un hombre al que le decían El Chino, y el que se dedicaba a lo mismo en el municipio de Martí también respondía al nombre de El Chino, con lo cual yo pensaba que eran hermanos. Después aparecieron las memorias flash y, por lógica, los discos VCD y DVD comenzaron a desaparecer. Empezaba así la era de la digitalización y los negocios de copia, algunos de ellos llegando a almacenar teras de información.

Pero los protagonistas de Puerta Amarilla hacían más que adquirir y ver películas. También las analizaban, leían sobre cine, sobre teoría del cine, escribieron hasta una revista de un solo número que llegó a circular por las calles de Corea del Sur. Era de color amarillo, y en su portada llevaba a Alfred Hitchcock fumando un puro.

A causa de ellos existe este documental, una celebración de la fílmica como hobby, como una obsesión que bien administrada puede convertirse incluso en una pasión correspondida.

Bong Joon-ho, actualmente célebre y ganador de varios premios Oscar, empezó sus andadas en aquel modesto y entusiasta cineclub.

FICHA TÉCNICA

Título original: Yellow Door: ‘90s Lo-fi Film Club; Año: 2023; País: Corea del Sur; Dirección: Lee Hyuk-rae; Duración: Una hora y 24 minutos.

(Por: Mario César Fiallo Díaz)

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